viernes, 27 de febrero de 2015

Mi experiencia con la lactancia y las crisis de lactancia


Cuando estaba embarazada, tenía claro que quería dar el pecho a mi retoño. Pero también tenía claro que si algún motivo fuera de mi control me lo impedía, tampoco me sentiría culpable ni sentiría mala madre. Porque la verdad sea dicha, hoy en día parece ser que hay una especie de guerra entre mujeres a favor de la lactancia materna y otras a favor de la lactancia artificial. Algunas incluso son un poco muuuuy radicales o juiciosas al respecto, y hay una especie de mensaje subliminal que te dice que si le das biberón a tu bebé y no le das el pecho, no eres una buena madre. Sí, sí, es así, aunque cueste creerlo. Es, por así decirlo, un tema delicado para hablar entre mujeres y que puede acabar en una pelea con tirones de pelos y arañazos incluidos.

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A lo que iba. Tenía claro que quería dar el pecho, pero la verdad es que jamás de los jamases había visto en persona a una mujer dar el pecho a un bebé, y aunque la naturaleza nos ha equipado a las mujeres de senos y debería ser lo más natural del mundo, yo me sentía perdida y sin tener ni idea de cómo debía hacerlo.  Mi madre le dio el pecho a mi hermano pequeño, pero yo era muy pequeña y no tengo recuerdo alguno de esa época.

Así que cuando quiero hacer algo bien, lo primero que hago es leer, leer y leer. Leí mucho. Artículos, libros, foros sobre lactancia materna. Hablé con mis matronas. Hablé y pregunté. Vi vídeos. Muchos. Aprendí sobre cómo se debe colocar al bebé para que éste tenga un buen agarre, y así prevenir grietas y daños en los pezones. Leí mil opiniones, y los profesionales de la salud me dieron otras tantas más, sobre cómo se debe dar el pecho.

Todas ellas opuestas o muy diferentes entre sí. Que si debes acercarle el pecho, que si debes acercar el bebé al pecho, que si debes agarrarte el pecho con la mano, que si no debes agarrarte el pecho mientras el bebé está mamando, que si las tomas deben ser cada 3 horas, que si debe ser a demanda, que no debes de darle más de 10-15 minuntos de cada pecho, que si debes esperar a que el bebé lo suelte... 

Lo cierto es que se deben contrastar las opiniones y ver qué es lo que te dicta la lógica y el instinto.
Jamás he visto a una mamá gorila cronometrar a sus crías mientras maman, ni a una loba decirle a sus lobeznos que deben esperar todavía una hora hasta la siguiente toma aunque aúllen de hambre... Vosotras tampoco, ¿verdad?

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Entonces hay que poner un poco de sentido común. Las mujeres somos seres humanos, mamíferos, y por más que seamos seres racionales e inteligentes, somos animales y nuestros bebés también. Cada uno es libre de hacer lo que considere más correcto, y nadie debe juzgar a nadie. Todas las mamás hacen lo que creen mejor para su bebé. Pero si tienes claro dar el pecho, lo mejor que puedes hacer si eres primeriza, es informarte y aprender todo lo que puedas antes de que nazca el bebé para estar lo más preparada posible. Después del parto, con las hormonas revolucionadas, el cansancio extremo, las emociones a flor de piel, y las mil opiniones que vas a recibir de todos (porque de repente todos se convierten en expertos en lactancia materna), muchas acaban abrumadas, confundidas y acaban cometiendo errores que son los que provocan el fracaso de la lactancia materna.

Cuando mi hijo nació, al haber leído y estudiado tanto sobre la lactancia, me sentí segura y preparada. He de decir que no fue un camino nada fácil. Y a pesar de todo lo que ya había aprendido de la lactancia, pronto me di cuenta de que me quedaba muchísimo más por aprender.


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Nada más nacer mi hijo, me lo pusieron encima y me ayudaron para poder hacer piel con piel. Así es como lo pedí en mi Plan de Parto.Y enseguida se enganchó. Abrió bien la boca y ya no hubo quién lo sacara de ahí. Costó que las enfermeras lo desengancharan para poder examinarlo y pesarlo.

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Después estuvo ingresado en Neonatología. Por más que insistí que quería darle pecho exclusivamente, me hacían saber que las tomas eran cada 3 horas y me obligaban a que las tomas no se demoraran más de 20-30 minutos, siendo 10-15 minutos por cada pecho. Es decir, no me dejaban darle el pecho a demanda, que es lo que realmente ayuda a regular la producción de leche materna y hace que la mujer produzca la cantidad suficiente que su hijo necesita (la cosa funciona así: cada vez que el bebé succiona, estimula el pecho y lo vacía, y hace que se produzca más leche. Cuántas más veces esté al pecho el bebé, más leche se producirá) y hace que se vacíe el pecho completamente. 

Aunque acababa de nacer, ya sabía yo que mi hijo no aguantaría 3 horas entre tomas (como si lo hubiera parido, ¡oye!), y por eso iba antes de tiempo... y ya me encontré más de una vez a las enfermeras dándole un biberón. Les dejé claro mil veces que prefería que no le dieran biberón, que yo iba a estar ahí todo el día, para poder darle el pecho cuando él lo pidiera. Pero obviamente, por un oído les entraba y por otro les salía. Mientras tanto, no me dejaban darle el pecho tranquila y cada 5 minutos, venían a decirme que me quedaban sólo 5 minutos, que me diera prisa.  Que el niño no podía pasarse el día mamando.

Acabé con mastitis porque aunque entre las tomas, usé extractor de leche (eléctrico y manual) éste no era capaz de vaciar los pechos completamente (los extractores no tienen la misma fuerza de succión que un bebé y sacan menos cantidad de leche). 

Indignada es poco. El ver profesionales de salud cada uno con una opinión distinta (la mayoría con ideas y mitos anticuados), que no se ponen de acuerdo, y que lo único que hacen es confundir a una madre primeriza y no hacen todo lo posible para favorecer una lactancia materna (a demanda) exitosa. De vergüenza, vamos.

Ahí me di cuenta que de no haber sido por toda la información que busqué durante mi embarazo sobre la lactancia materna, habría acabado cediendo a la presión de profesionales de la salud con ideas erróneas y desactualizadas, y a la opiniones de abuelas, que me habrían hecho darle biberones desde el principio haciendo que no llegara a producir la cantidad de leche que mi bebé necesitaba. Con lo cual al ver que no conseguía producir suficiente leche, habría ido dando cada vez más biberones, hasta que mi producción de leche hubiera sido tan pequeña que habría acabado abandonando y tirando la toalla.

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Que tampoco es que haya nada malo en dar biberones, ¡ojo! No es lo que pretendo decir. Lo importante es que el bebé esté bien alimentado, y la mamá y el bebé estén felices. Eso está claro. Y si a una mamá por su estilo de vida le es incompatible dar el pecho o por cuestiones médicas no puede, pues para eso está el biberón. No hay nada malo en ello. Lo que yo quiero decir es que hay información muy confusa sobre el tema y muchas veces no ayudan a una mami primeriza a conseguir una lactancia materna exitosa y acaban haciéndola sentir mal o culpable (y que a veces puede desencadenar una depresión postparto).

Y cuando yo creía que mi lactancia iba viento en popa y tenía más o menos controlado los horarios de mi bebé... ¡Zas! A las pocas semanas mi hijo sólo quería pecho, pecho, y pecho. Se pasaba las horas así, y enlazaba una toma con otra. Ahí es cuando muchos empezaban a decir, "es que no tendrás suficiente leche", o "tu leche no le alimenta"... Ya ya. Bueno, pues mira la báscula y mira cómo engorda el churumbel éste.

Después de unos días, esa racha pasó, y mi niño volvió a ser el bebé de antes que le bastaba con tomar el pecho cada 1h 30 o 2h como mucho. Creía que lo tenía todo controlado, ja, ja... Hasta que cumplió los 3 meses. Ahí es cuando empezó lo "bueno"... Mi niño que tanta adoración sentía por mis pechos, no quería saber nada de ellos, a no ser que estuviera durmiendo. ¿Y ese rechazo? Ahí las abuelas empezaban a hablar de que se estaba destetando... Cosa que a mí me extrañaba... Una cría de 3 meses no se desteta, no tiene dientes para comer... No sería muy sabio por la naturaleza que un ser indefenso que no puede comer nada más que la leche de su madre se destetara a esa edad.

Así que me puse a investigar y leer... y resulta que había un dato sobre la lactancia del que no había oído hablar estando embarazada: las crisis de lactancia. Las crisis de lactancia suelen experimentarlas a unas edades similares todos los bebés, y hacen que se vuelva a regular la cantidad de leche que el bebé necesita. Las crisis de lactancia más conocidas son a los 17-20 días, a las 6-7 semanas y a los 3 meses (pero hay más). La crisis de los 3 meses es la que hace pensar a muchas madres que el bebé no quiere más pecho o que está produciéndose un destete temprano, porque las tomas ya son más espaciadas y duran escasos minutos, la madre ya se nota los pechos blandos (lo cual es normal, ya que a los 3 meses el sistema de producción y salida de leche cambia; ya no sale inmediatamente al empezar el bebé a succionar, sino que ahora el bebé al succionar debe esperar unos segundos hasta que el pecho empiece a producir y segregar la leche), y el bebé a veces llora y se estira al ponerlo al pecho (precisamente porque estaba acostumbrado a que la leche saliera inmediatamente y ahora debe esperar un poquito hasta que vuelve a empezar a salir... y no tienen mucha paciencia estos pequeñines). Esto junto con consejos pocos afortunados es lo que hace que muchas madres acaben suplementando con biberones, pensando que ya no tienen leche suficiente para el bebé, y haciendo que se produzca un abandono paulatino de la lactancia materna.

Por eso es tan importante leer e informarse bien. Me alegré de encontrar información y poder superar ese bache, con paciencia, mucha paciencia... pero lo logré. Y al cabo de unas semanas todo volvió a la normalidad (aunque luego hemos superado más crisis de lactancia -a los 4, 6, 9 meses, a los 12 meses... algunas han sido como la crisis de los 3 meses... otras como las crisis de las primeras semanas, que sólo piden pecho-).

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Si queréis saber más información sobre las crisis de lactancia, también llamadas brotes de crecimiento, podéis leer más aquí:



O si queréis saber más sobre la lactancia materna, podéis pinchar aquí:


¿Habéis dado el pecho? ¿Cuál ha sido vuestra experiencia?

jueves, 26 de febrero de 2015

¡Por fin!


Hace tiempo que quería crear un blog y escribir todo lo que la maternidad me ha enseñado y me está enseñando para compartir y ayudar a otras mamis o futuras mamis (o papis, ¡no los dejemos de lado!) sobre esta aventura tan desbordante pero preciosa que es ser papis y formar una familia.

Desde que me enteré que estaba embarazada, empecé a leer mucho, documentarme y analizar todo sobre carritos, bibes, lactancia materna, lactancia artificial, lactancia mixta, parto natural, cesáreas, piel con piel, mochilas ergonómicas, pañales desechables, pañales de tela, tronas, sillas de auto, cunas, ropa de bebé, desarrollo mental del bebé, crisis de lactancia, y un laaaaargo, larguísimo etcétera que me dejaba patidifusa, confundida y mareada.

Había tantas opiniones sobre cada cosa. Opiniones de mamás, opiniones de pediatras, opiniones de abuelas, opiniones de amigas, opiniones de psicólogos... ¿A quién hacer caso? Al final, y después de escuchar o leer todo tipo de opiniones, lo mejor es hacer caso a tu instinto y a lo que mejor se adapte a tus circunstancias. Una vez que fui madre, me di cuenta de que es un trabajo que vas aprendiendo sobre la marcha y que habrá veces que acertarás, y otras muchas veces te equivocarás.

En este blog, iré compartiendo mi experiencia, mis aciertos y mis errores, por si a alguna mami le puede resultar de ayuda y hacer que la experiencia de la maternidad sea más fácil.

¡Espero que así sea!