miércoles, 13 de enero de 2016

La guardería ¿sí o no?



Si os soy sincera, nunca me gustó la idea de la guardería (ya os hablé en una ocasión de mi opinión al respecto). Quizás porque mi propia experiencia me marcó y me hizo ver la guardería como el hombre del saco. De pequeña lo pasé mal, muy mal, en la guardería: me pegaban no sólo los niños, sino también algunas profesoras. Sí, sí, profesoras. Los castigos eran verdaderas torturas chinas, y realmente me aburría soberanamente allí. Me sentía encerrada y asustada, lejos de mis padres. Obviamente les conté a mis padres lo que me pasaba, y cuando me tomaron en serio, decidieron sacarme de allí y mandarme al colegio ya con 3-4 años. Mi hermano también fue a una guardería, otra distinta, y tampoco era un gran fanático de ese lugar. No nos gustaba estar allí, entre otros niños asalvajados, donde reinaba la ley del más fuerte, y había que esperar a que pasaran las horas hasta que llegaba el momento en el que mamá venía a recogernos.

Obviamente esa era mi visión de niña. Los tiempos han cambiado y las escuelas infantiles también, aunque no todas. Cuando fui madre, opté por no llevar al peque a la guardería por diversos motivos, entre los cuales destacan:

Consideraba que podría estimularlo y enseñarle más en casa yo misma (mi formación, experiencia y educación como profesora me hacen sentir cualificada): en muchas escuelas infantiles siguen métodos tan tradicionales como 1 hora de juego libre, y el resto es hacer fichas, alguna manualidad, y aprender canciones de memoria con la profesora. Yo opino que la mejor manera de aprender es jugando y dejando que experimenten solos, viviendo experiencias, estando en contacto con la naturaleza, así como familiarizándose con las tareas domésticas y objetos cotidianos.

Educación bilingüe (soy profesora de idiomas, y considero que aunque se empiece a enseñar alguna lengua extranjera en algunas escuelas infantiles, no llega a acercarse ni de broma a una verdadera educación bilingüe, con completa inmersión lingüística)

Respetar sus ritmos y horarios (creo que en muchos centros se presionan a los niños para que todos a una determinada edad sean capaces de dominar determinadas competencias o destrezas, y en el caso de que tu hijo no lo haga, lo clasifican de "retraso madurativo" o similar; igualmente todos los niños en la clase deben seguir un mismo horario, cosa que entiendo porque si no sería una locura, pero cada niño es un mundo y no me parecía lo mejor para mi hijo tener que imponerle un horario que no es el que va con él)

Sistema inmune (aunque dicen que al exponerlo a más virus y bacterias se inmunizan antes, creo que es una brutalidad decir semejante barbaridad, ya que el sistema inmune de cada niño necesita un tiempo para madurar y desarrollarse; una tos ferina puede matar a un bebé de pocos meses, mientras que un niño de dos años que coja ese virus lo sobrellevará de mejor manera): he leído diversos artículos médicos en los que se recomienda, si es posible, esperar a los dos años para llevar a los niños a las guarderías, porque ahí su sistema inmune será más fuerte, pudiendo lidiar con cualquier enfermedad de una manera menos vulnerable.

Separación de la madre: no soy una madre sobreprotectora. Dejo que mi hijo tenga libertad (dentro de unos límites de seguridad) y explore, experimente y cometa todos los errores que deba cometer. Pero creo que separar a un niño muy pequeño en una fase en la que aún depende mucho emocionalmente de la madre y/o padre, no ayuda en nada. Cada pequeño es distinto, hay algunos más independientes que otros, y unos que alcanzan esa independencia antes que otros. Pero al menos durante los 2 primeros años considero yo que la mejor persona con la que puede estar un niño es con su madre.

Quedarme en casa: la decisión de dejar mi carrera profesional aparcada y quedarme en casa dedicándome al 100% a la crianza y educación de mi hijo también hizo que nuestros ingresos se redujeran de manera importante, y una guardería era un gran gasto. Prefería no gastarme 300€ en guardería, que acabarían reduciendo mi salario enormemente y finalmente tampoco compensaría en cuanto a términos económicos que yo siguiera trabajando.

Ahora bien, mi peque ya cumplió los dos años y aunque me gustaría (y así teníamos planeado inicialmente) que siguiera en casa hasta directamente entrar en el cole con tres años, el embarazo de la pequeñina y la necesidad de seguir un reposo relativo, me han obligado a recurrir a una escuela infantil para poder permitirle a mi peque socialización y estimulación con el mundo exterior que yo ahora mismo poco puedo ofrecerle.

Me duele en el alma, pero al mismo tiempo creo que va a ser la mejor opción a partir de ahora para el peque, porque:

Como no puedo ahora ya llevarlo de paseo, o jugar con él en el parque o ir de excursión al campo, se tendría que quedar el pobre todo el día encerrado en casa. Acabaría cansado del mismo entorno, pocos estímulos ya recibiría del exterior y pocas posibilidades de socialización con niños de su edad tendría.

No puedo bailar ni hacer juegos bruscos con él, que le ayuden a gastar energía.

Dado que en unos meses tendrá una hermanita y dejará de ser el centro de atención, le vendrá bien ir adaptándose a otro lugar donde no será el centro de atención y deberá aprender a compartir el tiempo y atención de la cuidadora con el resto de niños.

Igualmente le ayudará a ir acostumbrándose a estar sin mí (o sin el papi) durante más tiempo (ya ha estado en muchas ocasiones con los abuelos durante varias horas), de cara a cuando me toque ir al hospital y estar varios días sin nosotros. Es algo que no lleva muy bien y, aún quedándose con los abuelos con los que tiene mucha confianza y ve con mucha frecuencia, siempre acaba con un berrinche, llorando desconsolado, llamándonos para que no nos vayamos; luego se calma y se entretiene contento con sus abuelos, pero el momento de decir adiós siempre es horrible.

Le ayudará a adaptarse de cara al curso que viene, cuando empiece el cole.

Me quedo tranquila porque es un lugar donde respetan sus ritmos y cada niño es el protagonista de sus procesos de aprendizaje, y seguirá haciendo manualidades y experimentando en la escuela infantil que hemos encontrado (hemos tenido la suerte de dar con una escuela infantil que combina metodología Montessori y Waldorf), quitándome a mí el trabajo que implica a veces dejarlo experimentar con distintos materiales, sin tener que estar protegiendo muebles, paredes o lavando y limpiando todo después.

(fuente)


Empezará el próximo 1 de febrero y sé que será un periodo de adaptación duro para los dos, pero también sé que es la mejor opción que puedo ofrecerle a nuestro peque.

¿Consejos para que la adaptación sea más llevadera o haya menos lágrimas?


martes, 5 de enero de 2016

La elección del nombre de los churumbeles


A diferencia de muchas chicas, no soy de las que he tenido elegido el nombre de mis hijos desde siempre. Sí, de pequeña jugaba a las muñecas y a todas las llamaba Paula o Laura, por aquel entonces eran dos nombres de niña que me gustaban muchísimo, y Pablito era bautizado todo nenuco que caía en mis manos. 

Pero de ahí, a tener claros los nombres que les pondría a mis hijos en el futuro... Nada que ver. Ni siquiera era una conversación que tuviéramos mi marido y yo antes de tener hijos. No era un tema que hayamos sacado a relucir en ningún momento de nuestra relación... Hasta que me quedé embarazada del peque y es cuando dije "¡ostras, que hay que pensar en un nombre para esta criatura!"

 

Ahí empezamos a darle vueltas al tema por primera vez y llegamos a la conclusión de que el nombre que querríamos para nuestro peque debería cumplir con una serie de requisitos.



Quedaban vetados:

  • Nada de nombres de ex-parejas
  • Nada de nombres de gente que nos caen mal o nos lo han hecho pasar muy mal en la vida (nombres de profesores muy hijos de su madre, por ejemplo)... Este punto ha hecho que vetemos muuuuchos nombres.
  • Nada de nombres inventados 
  • Nada de nombres de familiares (para evitar tiranteces en las familias y crean que existe algún tipo de preferencia o favoritismo entre unos miembros de la familia y otros)
  • Nada de nombres completamente extranjeros sin equivalente en español (como Kyle, Chantel, Breann, etc.)

  • Nada de nombres impronunciables
  • Nada de nombres frikis (Anakin, por ejemplo, muy a pesar de mi marido que es un fanático de Star Wars)
  • Nada de nombres que puedan dar lugar a confusión (como Noa y Noah, que uno es para chica y otro para chico)
  • Nada de nombres que puedan darle problemas en el colegio (que no den lugar a burlas o motes) 


Y sí o sí tenía que cumplir con estos requisitos:

  • Debía tener un significado especial
  • Debía ser un nombre aceptado por la Iglesia, ya que somos católicos y nos gustaría no tener trabas a la hora de bautizarlo.
 

Y el principal requisito nuestro y que hizo que la búsqueda del nombre perfecto para nuestro peque se complicara aún más:

  • Debía ser un nombre que se escribiera y pronunciera de igual manera  (o muy similar) en español e inglés (y si es en otros idiomas, mejor aún), para que en un futuro si desearan estudiar o vivir en el extranjero que su nombre no les dificultara nada su experiencia allí. Yo tengo un nombre que sólo existe como tal en castellano, y además para echar más leña al fuego, es largo, lo cual ha hecho que siempre que vaya al extranjero, tenga problemas administrativos porque escriben mal mi nombre, o que nadie fuera capaz de decir mi nombre o que cuando me llamaran jamás me daba por aludida porque lo que pronunciaba distaba mucho de mi nombre. En algunos países, los nativos directamente preferían bautizarme con otro nombre propio de su lengua, y así ahorrar líos. A mí me hacía sentir incómoda y fuera de lugar, era un recordatorio constante de que no pertenecía a ese lugar, de que era extranjera, y me hacía sentir mal. Por eso, y para evitarle a mi(s) churumbel(es) cualquier problema en el futuro, si deseara viajar o vivir en el extranjero, preferimos buscar un nombre que se escribiera y pronunciara igual en cuantas más lenguas extranjeras posibles, pero que existiera previamente en castellano (nada de nombres como Kevin o Jennifer -no, por favor-, que son nombres puramente anglosajones que se han ido adoptando en nuestro país; hablo de nombres que ya existían en nuestra lengua pero que por su origen latino, griego o hebreo son iguales en múltiples lenguas, como por ejemplo David, Daniel, Julia, etc.).

Obviamente, para nuestra pequeñina hemos seguido exactamente los mismos requisitos para elegir su nombre, y aunque nos ha costado, por fin hemos dado con un nombre que nos ha gustado tanto al papi como a mí, que no está taaaan de moda y no se escucha todos los días, cumple con todos los requisitos que he mencionado anteriormente, y que es fácil de pronunciar hasta para nuestro peque hermano mayor.

¿Vosotros cómo elegisteis el nombre de vuestros hijos? ¿Los teníais elegidos con mucha antelación?

domingo, 3 de enero de 2016

La barriguita crece: 20 semanas


Han pasado dos semanitas ya desde la última actualización de mi embarazo, y como han sido dos semanas con varias citas ginecológicas y algunas novedades, he pensado que mejor escribir ya este post antes de que se me olviden algunos detalles.

Como os conté en la actualización de la semana 18, tuvimos un susto con contracciones y el diagnóstico de útero irritable, que me obligaron a guardar reposo absoluto. Así estuve dos semanas, y por suerte las contracciones, aunque nunca me han llegado a abandonar, se han espaciado y están dentro de la normalidad, por lo que no he visto motivo alguno para volver a pisar urgencias. Aun así he seguido el reposo a rajatabla, porque mi ginecóloga del seguro privado me metió bastante miedo en el cuerpo.

El día 29 a puntito de cumplir 20 semanas, tuve cita por la Seguridad Social para realizarme la eco doppler de las 20 semanas, allí también le comenté a la ginecóloga que me atendió lo que me había ocurrido semanas atrás, y me reafirmó que mejor tomarme a partir de ahora las cosas con más calma, pero que seguramente esas contracciones era las de Braxton Hicks y que no revestían gravedad alguna. Una vez dicho eso, procedió a realizar la ecografía y lo primero que se vio fueron los genitales, así que aunque ya lo sabíamos por el seguro privado, por primera vez por la Seguridad Social nos confirmaron que era niña. Esta ecografía lleva más tiempo que cualquier otra, ya que se detienen a observar que los órganos funcionen correctamente y no exista ninguna anomalía. Afortunadamente todo se vio perfectamente en la ecografía, la pequeña estaba genial, midiendo y pesando justamente lo que correspondía según las 19 semanas y 6 días de embarazo que era del tiempo del que estaba.



Al día siguiente, tenía también una visita con  mi ginecóloga del seguro privado para que me diera los resultados de unos análisis de orina y sangre que me hicieron por el tema de las contracciones. Al ser fechas navideñas, mi ginecóloga estaba de vacaciones, así que me atendió otro doctor. Igualmente me informó de que los resultados habían salido correctamente y no había ningún tipo de infección. Le comenté que mis contracciones habían ido a menos, aunque seguía teniéndolas, y le pregunté si podría pasar del reposo absoluto al relativo o retomar mi vida normal (he de reconocer que le puse la carita de pena del Gato con Botas de Shrek). Para asegurarse de que todo estaba bien, me revisó el cuello uterino para comprobar si esas contracciones estaban acortándolo, y como no fue el caso, y seguía intacto (44mm), me dijo que podría pasar a hacer vida normal, con algunas excepciones: seguir tranquila y sin estrés, no levantar nada de peso, no correr ni saltar, ni hacer ejercicio físico fuerte. Sí podría pasear, caminar con tranquilidad, levantarme del sofa, subir y bajar escaleras... Pero eso sí, tomándome descansos o volviendo al sofá si las contracciones volvían a ser más seguidas.

Salí contentísima de la consulta, muy animada. De momento estos días he tenido contracciones cada 2-4 horas, e incluso ha habido días que habré tenido solo 3 contracciones en todo el día, y después podría estar más de 12 horas sin sentir ninguna. Tengo asumido que estas contracciones de Braxton Hicks sobre todo ahora que ya vamos a pasar las 20 semanas, van a estar acompañándome en lo que queda de embarazo y a medida que pasen las semanas, serán más frecuentes. Espero que aún así se mantengan a raya y no vuelva a tener otro susto ni amenaza de parto prematuro*. 

 Dicho todo lo relativo al tema médico, voy a pasar a contaros qué tal está siendo mi embarazo ahora que ¡hemos llegado al ecuador! 

Semana 20



Las náuseas parecen que se han ido del todo por fin, aunque no me atrevo a hablar muy alto, no vaya a ser que vuelvan. Los ascos siguen presentes ante muchas comidas... Y lo peor es que me hacen sentir culpable de no estar alimentándome de forma equilibrada y sana, pero ahora mismo soy incapaz de probar nada con huevo, leche, con mucha grasa, carne triturada como en hamburguesas o albóndigas, patatas a lo pobre o fritas, bolsas de fritos de cualquier tipo, palomitas, lentejas, fabada, merluza, queso, etc. Pero sí me ha dado por los frutos secos para picar entre horas, el zumo de manzana, pan tostado, la pasta, el tomate natural, pepino, plátano, jamón de pavo, y poco más.

Hay ratos que me siento fenomenal y no noto que me pese la barriga, pero en muchos casos no es así y siento el peso de la barriga ya, me provocan dolor los ligamentos redondos en la parte baja del vientre y en las ingles. A eso, le sumo que con poco ejercicio que haga, me falta el aire y mi corazón late a toda pastilla. Sé que es normal, pero me hace sentir como una anciana, que no estoy en forma. 

Los movimientos de la pequeñina no me abandonan ya ningún día y son cada vez más fuertes y controlados: un codazo por aquí, una patada por allá, cabezazo para arriba, culazo por abajo... Aún no me llegan a molestar ni doler, como me pasaba en el tercer trimestre de mi primer embarazo. Espero que al ser niña, sea algo más delicada y no me deje moratones como hacía su hermano.

En mi primer embarazo por esta semana ya empecé a tener retención de líquidos, y los tobillos y pies se me hinchaban al estar sentada en la oficina varias horas, o estar de pie mucho tiempo. En este embarazo, sin embargo aún no se me han hinchado los pies, ni siento las piernas pesadas ni cansadas; también es verdad que, a diferencia de mi primer embarazo que por estas alturas estábamos en mayo-junio y hacía calor, y ahora estamos en pleno invierno, acabo de estar 2 semanas en reposo absoluto con las piernas en alto, y bebiendo 2 litros de agua o más al día (también para ayudar a reducir las contracciones). Todo eso estará ayudando a retrasar algo la retención de líquidos.

Sin embargo he de reconocer que en este segundo embarazo, siento más molestias en el útero y dolores menstruales, algo que me tenía algo preocupada, pero que tras consultarlo con los ginecólogos que he visitado tanto en urgencias como en las visitas rutinarias, me han tranquilizado informándome de que es común que en los segundos embarazos se sienta más dolor y molestias, y muchos síntomas que suelen aparecer más tardíamente en los primeros embarazos (como las contracciones de Braxton Hicks, retención de líquidos, movimientos del bebé, etc.) aparezcan semanas antes en los segundos embarazos. En mi caso puedo corroborar que es cierto, y si a ti también te está pasando, no te preocupes, porque es normal

A diferencia de mi primer embarazo, en el que en cuanto entré en el segundo trimestre me sentí llena de energía de nuevo, en este embarazo me siento cansada, agotada a todas horas y con sueño. No sé si tendré el hipotiroidismo descontrolado otra vez, aún no me han hecho la analítica del segundo trimestre, y quizás ahí esté la razón por la que me siento tan cansada. O quizás sea simplemente por haber estado dos semanas en reposo absoluto que ahora me cuesta coger el ritmo, o que estoy con un catarro de aúpa, o que perseguir a un pequeño terremoto que está enfermo no me deja recuperar la energía a la que estaba acostumbrada en mi primer embarazo.  No sé, la cuestión es que me siento sin fuerzas todo el día o me canso enseguida.

En cuanto al peso, la última vez que me pesé, en la semana 19, había perdido algo de peso, y estaba a un kilo por debajo de mi peso de antes del embarazo. Quizás ahora que he recuperado el apetito en esta semana, habré subido algo de peso. Pero no estoy muy segura. En mi primer embarazo, sin embargo en la semana 20, ya había recuperado los kilos perdidos en el primer trimestre y había puesto 2 kilos más, creo recordar.
 

Por otro lado, no dejo de rezar y soñar con tener un embarazo sin amenaza de parto prematuro y llegar a término. De hecho, a diferencia de la inmensa mayoría de las embarazadas, sueño con llegar a la semana 40. Para mí sería una tranquilidad saber que todo ha llegado a su fin en el momento correcto, cuando realmente el bebé está listo para salir al mundo. Incluso me sentiría orgullosa si llegara a la semana 40, porque mi cuerpo fue capaz de aguantar todo ese tiempo dándole cobijo y cuidando a mi bebé, y no expulsándolo antes de tiempo sin dejarlo madurar en condiciones. Llamadme rara, pero la experiencia de mi primer embarazo me dejó marcada y sé que por mucho que se llegue a la semana 36-37, que se considera a término, el bebé puede tener algunos problemas de inmadurez que le obliguen a pasar una temporada en neonatología, cosa que no deseo que se repita en mi vida por nada del mundo*.

Debo de estar convirtiéndome en la peor madre para esta pequeñina, o es que los pobres segundos hijos tienen que asumir que son los segundos y que nuestro tiempo ya está bastante limitado con el primogénito, pero la cuestión es que aún no tengo nada preparado para la llegada de la princesa de la casa. A estas alturas en mi primer embarazo, ya habíamos terminado de pintar la pared del cuarto del peque, y pusimos un suelo nuevo, y compramos los muebles y cuna. Ahora, sin embargo, no tengo hecho nada. Absolutamente nada. Habíamos planeado haber ido a comprar la pintura antes de las navidades y haber aprovechado que el papi estaba de vacaciones para dejar pintada y con suelo nuevo la habitación de la pequeña; no obstante, con el susto que tuvimos, las visitas a urgencias, mi reposo absoluto y que el peque ha cogido la gripe y mi marido otro catarro, al final no se hizo nada. Podría haber comprado la pintura por internet, pero prefiero ver el color en persona, me quedo más tranquila. En cuanto al suelo nuevo que queríamos poner, después de ver que se nos iba a ir un buen pico y todo el trabajo que eso conlleva y teniendo con nosotros al peque, hemos decidido no comprarlo o dejarlo para más adelante. Lo único que hemos hecho es bajar del altillo del armario la bolsa del hospital para la peque, hacer unas listas de lo que necesitaré llevar para el hospital para mí y la nena (quiero dar a luz en un hospital privado, así que tengo que llevar de todo), y el otro día el papi se fue con el peque a un centro comercial y volvieron con un conjuntito de recién nacido que a ellos les gustó para la primera puesta de la peque. Eso es todo.


No es lo que yo tenía en mente, pero a ellos le gustó y eso lo hace aún más especial.

Lo bueno es que desde el momento en el que nos empezaron a decir en las ecos que era posible que fuera niña, no nos costó muchos quebraderos de cabeza pensar en un nombre, y ya cuando por fin nos lo confirmaron el 16 de diciembre, supimos que ése sería su nombre (al igual que el nombre de nuestro peque, preferimos mantener en privado el nombre de nuestra princesa, por respetar su privacidad desde el minuto 0, pero ya dedicaré un post sobre los requisitos y características que buscábamos en el proceso de selección de nombre, y ofreceré los distintos nombres que salieron finalistas por si alguna mami anda perdida con el tema de los nombres).

Ecografía de la semana 20 de la Seguridad Social


Hoy me ha dado por rescatar las cajas de ropa del peque de cuando era recién nacido, para ver qué podría aprovechar para la princesa, pero por desgracia al ser estaciones opuestas, poco he podido sacar para ella, algunos bodies y unos pijamitas. Poco más. Espero redimirme y a partir de ahora, en las siguientes semanas empezar a ponerme las pilas (sobre todo cuando nos dejen los virus a los tres) e ir preparando todo lo necesario para la llegada de nuestra pequeñina (pienso dedicar otro post a lo que consideramos que vamos a necesitar para nuestro segundo retoño, pudiendo aprovechar muchas de las cosas que tenemos de nuestro primer hijo, ahorrando todo lo que podamos).



¿Cómo os sentisteis/estáis sintiendo en la semana 20 del embarazo? ¿Experimentasteis algún síntoma o molestia que yo no haya mencionado?



***

*Puedo parecer una exagerada o hipocondríaca, pero ya en mi primer embarazo, en el que empecé a sentir las contracciones de Braxton Hicks a partir de la semana 23 de forma muy esporádica cuando estaba muy cansada o después de un gran esfuerzo físico, y estaba dentro de la normalidad de cualquier embarazo, a la semana 30 sin yo darme cuenta me puse de parto, y acabé ingresada una semana en el hospital, donde con medicación y reposo absoluto consiguieron detener el parto y controlar las contracciones. Después de eso, tuve que guardar reposo absoluto hasta la semana 35-36, y seguir tomado un medicamento para mantener las contracciones a raya, y ante cualquier momento de estrés o ansiedad que pudiera darme, las contracciones volvían. Fue una experiencia angustiosa y aterradora el pensar en un parto antes de término y tener un bebé prematuro ingresado durante Dios sabe cuánto tiempo en neonatología. A pesar de todo, conseguí llegar a la semana 37, y ahí nació mi peque; por desgracia, no se libró de estar un tiempo en neonatología, porque resultó tener un pequeño problema de inmadurez, porque posiblemente en lugar de 37 semanas, era una semana más pequeño. De ahí que ya no me fíe y quiera llegar a la semana 39-40...