martes, 30 de junio de 2015

Aprendiendo a ser mamá: mis trucos para ahorrar



Disculpad el parón en el blog, pero la ola de calor impidió que pudiera sentarme a escribir en el portátil, porque a los cinco minutos de tenerlo encendido se apagaba solo por sobrecalentamiento (y le ponía un ventilador, pero de poco servía).
Ahora aprovecho que parece que la ola de calor nos va a dar una tregua hoy y el portátil está aguantando un poquito más, y por fin puedo escribir este post que llevo semanas dándole vueltas en la cabeza.

Como ya muchas de vosotras sabréis, desde que tuve a mi retoño, mi marido y yo tomamos la decisión conjunta de que lo mejor sería que uno de los dos nos quedáramos en casa cuidando del peque. ¿Quién de los dos? Pues quien tuviera el salario más bajo o menos estable. Al ser yo autónoma y tener un trabajo muy sacrificado en cuanto a horarios, y mi marido tener un contrato indefinido, y también teniendo en cuenta el hecho de que la lactancia materna es algo que aún no domina el sexo masculino y es algo que sólo las madres podemos hacer, pues la balanza se inclinó hacia mí.

Desde entonces he escuchado a mucha gente decir que tengo mucha suerte, que me lo puedo permitir... y lo cierto es que es algo que ya me tiene bastante quemada. Creo que la gente piensa que vivimos nadando en dinero, cuando la realidad es muy distinta. El salario de mi marido, aunque es ingeniero, es ridículamente ofensivo. ¿Os suena el término mileurista? Pues bien, nosotros con un salario mileurista sopesamos pros y contras y a pesar de lo que dicta la sociedad hoy en día, nosotros optamos por apretarnos y bien el cinturón, y dejar yo mi trabajo para poder ser yo quien realmente eduque y forme desde temprana edad a mi churumbel, y así poder llevar a cabo también una lactancia materna prolongada y no reducida a las rídiculas semanas de baja maternal que dan en España y luego andar luchando con un sacaleches.

Bueno, a lo que iba. Nosotros no tenemos suerte, lo de que nos lo podemos permitir es casi un insulto. Con ese salario de risa de mi marido, hacemos magia y con mil malabarismos logramos llegar a fin de mes, y si es posible, ahorrar. No, no vivimos en casa de familiares. Tenemos una vivienda propia, lo que implica que pagamos una odiosa hipoteca religiosamente cada mes. Pagamos cada mes unas cifras escalofriantes de luz y agua, por más que nuestro consumo sea bastante reducido. Súmale la gasolina de mi marido para ir y venir del trabajo, los seguros, ibi, teléfono e internet, y la compra del supermercado y hay meses que pareciera que el dinero tal como llegó, se esfumó. 

Pero con esto de apretarnos el cinturón hemos aprendido realmente a gestionar nuestros ahorros, ingresos y gastos. Y para que veáis que no es fácil pero sí que es posible, por si alguna quisiera sopesar la idea de hacer lo mismo que hicimos nosotros, he aquí nuestros trucos para ahorrar o no gastar tanto:

No a la guardería: en la guardería están con otros niños, sí. Socializan, sí. Pero fuera de ella, también. No es cuestión de tenerlo recluido todo el día en tu casa. Socializa conmigo, con su padre, con los abuelos, con los niños del parque... Allá a donde vamos, socializa. Pero en lo que respecta a la forma en la que enseñan y forman en las guarderías, al menos por la zona en la que vivo, no estoy yo muy de acuerdo. Considero que gracias a mi formación académica estoy cualificada y preparada para ofrecerle una mayor estimulación y aprendizaje en casa que en la guardería. Le hablamos en inglés desde antes de que naciera (soy profesora de inglés), en casa le hablo en inglés el 90% del tiempo, entre nosotros mi marido y yo hablamos en inglés y español, fuera de casa hablamos con los demás español; mi hijo con 20 meses ya entiende perfectamente los dos idiomas y habla más inglés que español. Eso no lo habría conseguido en ninguna guardería. Asimismo lo hago partícipe de todas las actividades del hogar, leemos, pintamos, y dejo que sea su curiosidad quien lo guíe hacia el aprendizaje. No lo presiono. No le obligo. No le fuerzo. Ni con la operación "adiós pañal", ni con la comida, ni con sus horarios. Dejo que duerma todo lo que necesita, y no tengo por qué despertarlo a las 7-8 de la mañana para llevarlo a una guardería. Y mientras tanto crece en casa, desarrollando su sistema inmunológico; porque eso que dicen que cuanto más expongas al crío a virus y bacterias mejor, está en entredicho y de hecho ahora recomiendan postergar la edad de llevar los niños a la guardería o colegio a los 2-3 años que es cuando su sistema inmune y defensas están más maduros (también podéis leer más artículos aquí y aquí).

Pañales de tela: ya os he hablado infinidad de veces de esto. Pero desde que nos pasamos a los pañales de tela hemos notado realmente una reducción significativa en los gastos. Me arrepiento de no haber optado por los pañales de tela desde que nació nuestro peque, porque nos habríamos ahorrado una buena pasta.

Elegir un supermercado barato: nosotros hemos ido viendo y comparando, y desde luego donde la compra nos sale más barata es en Lidl. Nada de Dia, ni Supersol, ni Mas, ni Mercadona... Ni se me pasa por la cabeza pasarme por el Corte Inglés o Hipercor, teniendo buena calidad de productos en Lidl a un precio mucho más razonable.

Llevar las cuentas al día: cada mes apunto en mi libretita nuestros ahorros y establezco un plan de gastos para el mes, calculo cuánto nos podemos permitir en las compras de supermercado, y qué dinero puede quedar para cualquier imprevisto o gastos extras o para ahorrarlo. Luego, semanalmente, voy actualizando las cuentas de mi libreta. Soy muy estricta y firme y me establezco unos límites bien claros. Si no me puedo gastar ese mes más de 40€ semanales en la compra del supermercado, no lo gasto. Algunos se creen que miento cuando digo que suelo gastar en la compra semanal entre 40-50€ (dependiendo de la semana o del mes), pero es totalmente cierto: salgo con el carro lleno, no me falta nada, pero eso sí, no me compro caprichos de ningún tipo (nada de chucherías, chocolate, helados, bebidas con gas, ni precocinados...).

Hacer la lista de la compra: si hago la lista de la compra, me ciño a lo que escribí, y así me ahorro comprar cosas que creía no tener y tenía, y no caigo en tentaciones.

Comida casera: antes de ser madre, era bastante vaga para cocinar y recurríamos mucho a la comida precocinada. Luego nos dimos cuenta de que, además de no ser nada sano, encarecía muchísimo la compra. Así que desde entonces toda la comida la hacemos nosotros desde cero. La única trampa que hacemos es comprar la caja de 3 pizzas margaritas del Lidl y después en casa las tuneamos. Gracias a que por Reyes me regalaron mis padres un robot de cocina (que lo recomiendo enormemente para todos los que tenéis poco tiempo para cocinar o andáis con horarios justitos, o bien odiáis el calor del horno y de las ollas en la cocina en pleno agosto) y desde entonces se me ha hecho la labor aún más sencilla; hago mucha cantidad y después reparto en tuppers que guardo en el frigorífico o congelador y tengo comida resuelta para varios días o semanas.

Comida para el peque: al igual que los precocinados son más caros que si compras los ingredientes naturales y los cocinas tú, lo mismo ocurre con los potitos. Los potitos que tanto vemos en los supermercados y que tan naturales nos hacen creer que son, no son tan sanos, como un buen puré hecho en casa o el método BLW (Baby-Led Weaning). Por más que te indiquen que no tienen sal, es importante mirar realmente el etiquetado pequeño, la lista de ingredientes para darte cuenta del alto porcentaje de agua del que están compuestos para ver que realmente no tiene tanto alimento, y que en algunas marcas sí que incluyen sal y otros alimentos que no se aconsejan hasta que el niño no sea mayor. Sí, son muy cómodos, pero no son realmente tan sanos como nos quieren hacer creer, y en cuestiones económicas, encarecen enormemente la compra del súper. Otra forma de ahorrar es con la lactancia materna, en lugar de la leche artificial. Porque las latas de de leche en polvo realmente te sacan un dineral. Es cierto que hay circunstancias en las que no queda más remedio que recurrir a la lactancia artificial y no hay que darle más vueltas al asunto, pero si se puede dar el pecho, mejor, no sólo porque es lo más sano, sino también porque supone un ahorro importante.

Caprichos: cero. He pasado a realmente distinguir lo que realmente necesito de lo que es prescindible. ¿Pintauñas? Paso. ¿Maquillaje nuevo? Si puedo seguir usando el que tengo, no es necesario comprar. ¿Agenda o rotuladores molones? A pesar de ser mi perdición todo lo que tiene que ver con los productos de papelería, realmente no los necesito, y he pasado a organizarme la semana y los días con el calendario de Google en mi móvil. Así mato dos pájaros de un tiro, no necesito agenda en papel y tampoco rotuladores. ¿Chocolate? No lo necesito para alimentarme, además engorda y es malo para el colesterol; igual aplica a los helados, patatas fritas, y bollería industrial. Ahora cada vez que veo algo que me gusta, primero me pregunto ¿realmente lo necesito o puedo vivir sin él?

DIY: el Do-it-Yourself está de moda, pero es que además te ahorras unos euros para lo que sea. Ahora estoy en pleno proceso de preparación de la fiesta de cumpleaños del peque, y hay miles de tutoriales e imprimibles gratuitos en internet, que merece la pena mirar, porque aunque gaste dinero en papel o cartulina y tinta de impresora, me sale más rentable que comprar los adornos en tiendas especializadas.

La ropa del peque: no discuto que la ropa de Zara o del Corte Inglés sea de buena calidad y muy bonita, pero si os soy sincera, no me merece la pena gastarme un pastizal en ropa que sólo le va a durar 3 meses (como mucho), porque enseguida le queda pequeña o la va a destrozar tirándose al suelo en el parque, enganchándose en arbustos, o Dios sabe cómo. Antes compraba en C&A y en Kiabi, porque me parecía que tenían unos precios bastante competitivos y razonables. Eso fue hasta que descubrí Primark. No tengo una tienda Primark en la provincia donde vivo, pero en la provincia vecina sí que la hay, y aprovechando un viaje y cargando de ropa para toda una temporada, merece la pena, y creo que ahí será donde haré las principales compras de ropa para el peque. Igualmente en Lidl a veces también encuentras ropa de bebé o niños bastante buena y económica. Otras veces veo cosillas bien de precio en Carrefour. Igualmente aprovecho y compro sobre todo en la época de las rebajas, que te encuentras con verdaderas gangas y te ahorras dinero. Y ya que estamos con el tema ropa, he de reconocer que yo misma también me voy a pasar a comprarme toda la ropa en Primark, porque con el terremoto que tengo acabo destrozándome toda la ropa segundos después del estreno, y ya me dio bastante rabia ver la ropa que me compré para el bautizo del peque en el Corte Inglés rota en la iglesia porque mi hijo no podía estarse quieto con las manos .

Nueces de lavado: desde que me metí en el mundillo de los pañales de tela, empecé a oír hablar mucho de las nueces de lavado. Hasta que me picó la curiosidad y las compré. No sólo son hipoalergénicas y aptas para todo tipo de piel, sino que una bolsa de 1 kg me puede servir para unos 300 lavados (ya que son reutilizables) hice cálculos y me sale mucho más barato que comprar detergente en el súper.

Fuente


Vacaciones: en casa o en casa de los abuelos molones. Lo importante de las vacaciones es pasarlo bien, disfrutar y descansar. Si es necesario ahorrar, para en un futuro, poder ir a un destino mejor, pues se ahorra lo que haga falta. De momento, con el niño pequeño no necesitamos más, y vamos ahorrando para cuando sea más mayor y pueda enterarse, recordar y disfrutar de viajes a otros lugares más especiales.

Regalos para las Navidades: establecer un presupuesto, estudiarlo bien, y comprarlos cuanto antes. Luego es una locura, compras de manera impulsiva a última, los precios suben, y es un gasto muy gordo de golpe. Nosotros ya tenemos todos los regalos del peque de Navidades comprados. Y esta semana compraremos los regalos de los demás familiares. Y si es on-line, mejor; puedes comprar precios en distintas tiendas y hacerte tu presupuesto tranquilamente desde casa, y aunque pagues gastos de envío, aún así sale más rentable que aventurarte a ir en coche de un lado a otro de tiendas.

Ser previsor: en la libreta donde llevo la cuenta, tengo apuntado en qué meses vienen unos gastos mayores extras, como seguros, ibi, ITV, revisión de coche, o veterinario, así que ya hemos apartado algo de dinero para tener para esos gastos y que no nos pille por sorpresa.

Uso consciente y responsable del agua y de la luz: esto es de lógica y aunque te sobrara todo el dinero del mundo, no se debe malgastar el agua ni la energía eléctrica. Pero dada la situación nuestra, el ahorro aunque sea mínimo es importante. Por eso, el termo eléctrico sólo lo encendemos 1 hora antes de ducharnos y después lo dejamos apagado. Estamos intentando poner el aire acondicionado lo menos posible, y recurrimos al ventilador ya que el consumo es menor. Evitamos usar el horno, y en su lugar uso el robot de cocina que consume menos luz o el microondas para la pizza. El frigorífico si nos vamos unos días fuera, lo dejamos en modo "vacaciones" y consume menos. En la lavadora, ahora en verano, no usamos centrifugado, porque con el calor, enseguida se seca todo. Antes teníamos una secadora que usábamos en invierno, pero consumía mucha luz; así que dejamos de usarla, nos adaptamos, empezamos a tender dentro de casa en los días de lluvia, cerca de la calefacción, y vimos el gasto reducido.


Pues aquí están mis truquis. Habrá muchos que si tienen dos sueldos en el hogar, prefieren ir a lo cómodo como la comida precocinada o potitos o pañales desechables, en lugar de ahorrar. Lo entiendo y es decisión de cada uno. Pero pensé que quizás mis trucos, aunque muchos son muy obvios y lógicos, le pudieran venir bien a más de uno, o quizás así vean que sí es posible, si realmente se desea, vivir con un salario y poder cuidar tú mism@ a tus hijos.

miércoles, 17 de junio de 2015

Ser mami joven


"Ser mamá joven no significa que arruiné mi vida; significa que tendré más tiempo de amarte y estar a tu lado"


Desde que yo recuerde, siempre tuve claro que quería ser madre joven. Luego por motivos ajenos a mi voluntad, tuve que esperar más de lo que me hubiera gustado para poder convertirme en madre: terminar estudios, independizarme, casarme, trabajar, ahorrar, etc. Viendo la situación de la economía española me di cuenta que nunca habría un momento ideal y me propuse que si para los 30 la cosa seguía igual, nos liaríamos la manta a la cabeza y buscaríamos al primogénito.

Por suerte, no tuve que esperar tanto, y a los 26 años pude vivir la experiencia de tener un test de embarazo positivo, vivir cada minuto de un embarazo lleno de sorpresas, y tener a mi retoño a los 27. Me hubiera gustado haberlo tenido mucho antes, pero como ya he dicho, no pudo ser.

¿Por qué siempre quise ser madre joven? Aquí os doy mis razones:

1. Por cuestiones de seguridad y salud, es mejor ser madre antes de los 30. Conozco mil casos de madres que tienen a sus hijos pasados los 30 y rozando los 40, y "no ha pasado nada". Sí, lo sé. Pero las estadísticas, estudios y datos están ahí y demuestran que los riesgos para la madre y para el bebé van aumentando con la edad, a partir de los 30 años. Eso es ciencia, está demostrado, y es indiscutible (me dan ganas de chocarme la cabeza contra la pared cada vez que escucho a alguien decir "ya habrá tiempo para tener niños...", o lo que decía mi madre "tú no tengas prisas, que no sabes lo bien que estás ahora..."; no señores, no, el tiempo pasa y tus óvulos y el esperma va perdiendo calidad, luego llegan problemas de fertilidad o se pone en riesgo la salud de la madre y del bebé, o nace el bebé con discapacidades o enfermedades crónicas...).

2. Siempre pensé que sobrellevaría mejor las noches en vela teniendo 20 y tantos años, que 30 o 35. Si la gente de 20, 25 o 28 años se van de fiesta cada fin de semana, y se acuestan a las 6 de la mañana, y sus cuerpos aguantan, prefiero invertir esa energía que brinda la "juventud" para poder dedicarme mejor y con más ganas a mi retoño, que luego a los 30-40 no me veo yo con tantas ganas de juerga por la noche.

3. Y relacionado con el punto anterior, cuanto más joven sea, más energía y fuerzas (y paciencia) tendré para poder ocuparme de un niño pequeño todo el día todos los días del año. Porque los bebés y niños pequeños no son muñecos (que parece que la gente piensa que sí), y realmente suponen un gran trabajo físico diario. Poder jugar con él, seguirle el ritmo, trepar con él, correr, saltar, bailar a lo loco en el salón, cada día, durante más de 12 horas, y sin poder dormir por las noches. Eso yo no me veo capaz de hacerlo con 35 años, la verdad. Y con 40 aún menos.

4. En mi caso personal, pensé que cuanto más joven lo tuviera, más cercana a él me sentiría (no hablo de vínculo afectivo, ojo, que ese vínculo siempre estará y será súper fuerte) porque compartiríamos más cosas y experiencias similares, sentiría que tendríamos más cosas en común al tener una menor diferencia de edad (sistema educativo similar, cultura y costumbres similares, etc.); yo me sentiría aún una niña en muchas cosas, y ver que aún existen juguetes de mi infancia o parques de atracciones a los que fui de niña y poder vivir esa experiencia con ellos, me haría sentirme más unida a ellos.

Imagen de Esther Gili, 39 semanas


5. Por cuestiones estéticas, siempe he pensado que el cuerpo de una mujer se recupera mejor y más rápido tras el parto, cuanto más joven seas. La elasticidad de la piel no es la misma con 20 que con 30 o 40. Puedo parecer presumida o superficial e incluso egoísta, pero a mí en cierto modo me preocupaba poder recuperar mi figura tras el embarazo, lo confieso. Sí, están los gimnasios, pero a mí nunca me han gustado y no puedo ni quiero gastarme el dinero en ello; sí, está el ejercicio físico, que tampoco me ha gustado, pero por razones de salud intento llevar una rutina de ejercicios diarios. Pero la piel por muchas cremas o gimnasios a los que vayas pierde su elasticidad, aparecen manchas, estrías, y no estará igual de tersa tras el parto que antes. Sin embargo, el ser joven influye mucho y ayuda a evitar este tipo de problemas y a tener una recuperación más rápida y sencilla.

6. Prefiero pasar la etapa más dura físicamente hablando (noches en vela, niños inquietos que tienen mucha energía y no paran quietos) en mis 20, es decir, cuanto antes, y así poder disfrutar de una maternidad más sosegada en el terreno físico a partir de los 30; mi cuerpo me lo va a agradecer.

7. Después podré disfrutar de mis 30 y 40 años con mis niños (o no tan niños) yendo de vacaciones, viajando, pudiendo ahorrar un poco más, volviendo al mercado laboral, reabriendo mi negocio o abriendo uno nuevo. En mis 30 habré dejado atrás noches en vela dando el pecho y cambiando pañales, y podremos ir al cine en familia, así como acudir a fiestas o celebraciones por la noche con los niños.

8. Ser mami joven con suerte implica también ser abuela joven, ¡y quiero ver nacer a mis nietos y disfrutarlos un poco! Y asimismo también significa que tus padres serán abuelos relativamente jóvenes y podrán echarte una mano y disfrutar más de sus nietos.

9. Todo lo que no he podido hacer con 20 y tantos años por tener un bebé al que cuidar, lo podré hacer cuando mi hijo haya crecido, ya que seguiré siendo bastante joven; podré viajar, ahorrar, trabajar, reinventarme, cuidarme, etc. A cambio habré disfrutado a tope de la infancia de mis hijos cuando yo era joven.

10. Realmente me daría mucha pereza querer tener hijos a los 30-35 años después de haber vivido la "vida loca" durante toda mi juventud, durmiendo todo lo que quisiera y haciendo todo lo que me diera la gana. Creo que después de tantos años haciendo lo que quisiera, me costaría mucho más ser madre y adaptarme a los cambios que eso implica en el día a día, e incluso puede que decidiera no tenerlos por no sentirme nunca preparada a abandonar esa libertad. Por eso preferí tenerlos joven también, para invertir esas ganas de juerga y de vivir la "vida loca" en la locura de tener un bebé; si no, cuanto más tiempo pasa, más pereza da; más te acostumbras a tus rutinas, a tus manías, a tus caprichos, y menos estás dispuesta a sacrificar. Al menos así lo veía yo, que siempre tuve claro que quería ser madre. Una vez que los tienes, se te olvidan todas esas cosas, y no puedes creer que hayas tardado tanto en dar ese paso de convertirte en madre, porque es lo mejor que puede haberte pasado en la vida. Además esos años primeros años pasan y en tu treintena te darás cuenta de que puedes volver a dormir todo lo que te dé la gana, recuperas gran parte de esa libertad y volverás a tus caprichos, gustos y manías.

¿Y tú: eres una mamá joven? ¿Qué opinas al respecto?


lunes, 15 de junio de 2015

Pañales de tela: nuestra experiencia (parte III)


Bueno, ya sé que parece que soy una fanática de los pañales de tela y tampoco quiero empacharos con el tema ni aburriros, pero tengo información nueva e interesante que me gustaría compartir y prometo que éste será el último post que escribo sobre el tema. ¡Palabrita del Niño Jesús!

Llevamos aproximadamente desde marzo usando los pañales de tela y ya os fui contando nuestras experiencias y respondí a las preguntas y dudas más comunes que surgen sobre este tipo de pañal en dos posts (podéis leerlos aquí y aquí). Pero ahora que estamos a mediados de junio, puedo aportaros algunos datos interesantes que no pude antes saber y compartirlos.

¿Sabíais que los pañales de tela también pueden ser usados, al menos los que usamos nosotros (Charlie Banana), como pañales bañadores?

Sí, sí, así es. Ya me había preguntado yo esa cuestión y el propio fabricante publicó no hace mucho en Instagram y Facebook esa curiosidad: sus pañales pueden ser usados como bañadores si simplemente les sacamos los insertos. 

¿Sabíais que hacen que los peques aprendan antes a controlar los esfínteres?

Pues sí. Eso lo leí en la caja y panfleto informativo que venía con los pañales que compré, pero la verdad es que no me lo tomé muy en serio. Pero no sé si será casualidad o no... pero es que desde que usamos los pañales de tela el bichito empezó a ser más consciente de sus esfínteres y en abril comenzó a avisarnos de que estaba haciendo caca. ¿Por qué? Porque aunque mantienen el culito seco, y no lo irritan como los pañales de plástico, sí se nota al menos inicialmente la humedad del pipí, y eso hace que se vayan dando cuenta de lo que pasa con su cuerpo. De hecho, hace una semana casualmente le quitamos el pañal estando en el jardín para que tuviera el culito al aire, y observamos que ya era capaz de aguantar horas y horas sin hacer pis ni caca, hasta que le volvíamos a poner el pañal o lo sentábamos en el retrete u orinal. Estuvimos así dos días seguidos, y el pobre aguantaba y aguantaba porque no quería hacerse pis o caca encima. Y así, como quien no quiere la cosa, estamos empezando la "operación pañal" (ya os hablaré más detenidamente de ello en otro post).

¿Sabíais que se pueden usar como braguitas de aprendizaje?

¡Claro! Aunque también venden braguitas de aprendizaje específicas para la operación pañal, también dicen los fabricantes que quitándoles los insertos se pueden empezar a usar los pañales para que vayan empezando la "operación pañal". Nosotros directamente hemos visto que lo que funciona con nuestro peque es dejarlo sin nada de ropa, ni calzoncillos, ni pantalones... Simplemente el culo al aire. En cuanto le ponemos algo, un slip por ejemplo, se cree que tiene pañal y zas, se relaja y hace pis o caca.

¿Y qué pasa con el gasto de agua?

Imagen sacada de la web de Dodot

Me ha hecho "gracia" encontrar esta imagen justamente en la página de Dodot. He de reconocer que éste era un punto que me tenía muy preocupada. Estaba demostrado el ahorro a la hora de ir a hacer la compra del súper, porque no tendría que comprar pañales; pero al ser pañales de tela y tener que lavarlos me preocupaba que hubiera una subida en el gasto de agua y de la luz. Hasta ahora no he podido decir nada, porque no ha sido hasta hace un par de semanas que recibimos la factura de agua y luz desde que el bichillo usa los pañales de tela, y hasta no tener los datos he querido esperar para poder confirmar una información u otra. ¡Y he de decir que no se aprecia el gasto de agua/luz en lavadoras! De hecho, hemos gastado en estas facturas exactamente lo mismo que gastamos el año pasado (que no usábamos pañales de tela) en estos mismos meses. ¡Flipante! Así que realmente el ahorro es significativo y está más que comprobado, por lo que el impacto medioambiental es significativamente menor que usando pañales desechables.

¿Qué ocurre si salimos a la calle o nos vamos de viaje?

Esta pregunta me la han hecho ya varias madres en las redes sociales, así que pensé que estaría bien incluirla en un post. ¿Qué hacemos nosotros en los casos en los que no vamos a estar en casa? Por lo general seguimos usando los de tela. Tanto si es ir al supermercado, como si es ir a pasar el día al campo o a casa de los abuelos. Cojo aprox. 3-4 pañales limpios y los guardo en el bolso, así como una bolsita de plástico. Cuando llega la hora del cambio de pañal, pues hacemos como siempre, con la diferencia de que no enjuaguamos el pañal ni lo ponemos en la lavadora, simplemente lo cerramos y ponemos en la bolsita de plástico. Cuando llegamos a casa, una enjuagada rápida y los dejamos en la lavadora. En verano, incluso los lavo a mano en casa de mi madre y tiendo y cuando decimos de volver a casa ya están secos. Si nos vamos de vacaciones también podemos llevarlos perfectamente y lavarlos sobre la marcha en el hotel o apartamento.

¿Siempre hay que usar dos insertos?

No. El fabricante recomienda que, a partir de los 3 meses, se le ponga dos insertos al pañal para una mayor absorbencia ya que el bebé hace más cantidad de pipí. Pero después de estar usándolos como una tonta con dos insertos siempre, me he dado cuenta de que no tiene por qué ser así. Me explico: si veo, por ejemplo, que el pañal que voy a ponerle tras hacer caca le va a durar poco tiempo puesto, porque dentro de poco le toca cena y baño, directamente le pongo un pañal con un sólo inserto. ¿Para qué voy a querer ensuciar dos insertos para tan poco tiempo? No es necesario y con uno es sucifiente. Si le voy a poner un pañal pero sé que en una o dos horas como mucho le voy a quitar el pañal para dejarlo por el jardín con el pompis al aire, simplemente le pongo un pañal con un inserto. Así después hay menos que lavar.

¿Sabíais cuántos años tardan en descomponerse los pañales desechables?

450 años. Y durante 450 años están ahí contaminando el planeta. Yo no soy una hippie ecologista y me he preocupado de la contaminación y el reciclaje lo justo y necesario. Pero esa cifra da que pensar, ¿verdad?



Estos son mis nuevos descubrimientos en el mundo de los pañales de tela. ¿Nos hemos llegado a arrepentir en algún momento de la decisión que tomamos? No, cada vez estamos más contentos de habernos arriesgado y haber conseguido ahorrar y poder hacer más viable la posibilidad de tener en un futuro otro churumbel, evitando tener que comprar pañales durante años.



domingo, 7 de junio de 2015

El peque y las rabietas: ¿qué hacemos?


Dicen que los dos años son la peor edad en niños pequeños, y por eso se les llaman los "terribles dos años". Yo dudo de que realmente sea a partir de los dos años, al menos en nuestro caso. Me explico: nuestro peque pasó a ser de un pequeño ser humano casi angelical (muy nervioso sí) y muy dispuesto a colaborar con todo, y ser partícipe en cualquier labor, a entrar en modo histeria total, berrinche, rabieta, llámalo como quieras, con cualquier cosa, desde que tenía 14-15 meses. Y la cosa ha ido a peor.

Sé que es una fase, y que realmente es un signo de que el niño se está desarrollando correctamente y desea mostrar y expresar (y vaya si la expresa) su independencia y voluntad propia. En cierto modo, me hace sentir orgullosa que siendo tan pequeño tenga tan claras sus ideas y opiniones, y quiera hacer lo que se le pase por la cabeza. Es una personita independiente, con ideas propias y preferencias. No es un miniyo. No es un muñeco. Es claramente una  persona y, al igual que a mí me pasa, si no consigue lo que quiere, se frustra, y si ve que tiene que hacer algo que no le gusta o no le apetece, se enfada. Como a todos.



¿Cómo actúo con las rabietas y pataletas de mi hijo?

Por lo general cuando mi hijo tiene una pataleta suelo acercarme más a él. No le grito, ni lo ignoro, ni lo dejo en su habitación hasta que se calme. Me quedo a su lado,  me agacho y pongo a su nivel, e intento calmarlo, lo abrazo (si así lo prefiere, y si no, le dejo su espacio), le acaricio su espalda, y ahí me quedo hasta que está más tranquilo. Cuando parece que se ha sosegado, le digo con voz calmada que es normal que se sienta así, que sienta enfado o frustración o pena, pero que ésa no es la mejor forma de expresarlo (gritando y con violencia), le explico que no puede hacer tal cosa por tal otro motivo, y procedo a ofrecerle una alternativa o varias para que él elija, o lo distraigo con algo distinto. También es cierto que si sé de algo que puede desencadenar una rabieta, intento evitarlo. Por ejemplo, sé que si no le dejo intentar alimentarse a sí mismo, se acaba frustrando y llorando. Así que en esos casos me pregunto "¿por qué no?", si la consecuencia es que se ensucie o que ocurra algo nada serio o que no corra peligro él o la integridad de otro ser u objeto, pues lo dejo. Evito estar diciéndole a todo que no, de forma casi automática. Sí, hay que poner unos límites, pero también se pueden enseñar esos límites de formas más positivas, redirigiendo y ofreciendo alternativas, y no con algo tan frustrante como con un "no" para todo. También cuando está muy cansado es muy propenso a coger una pataleta hasta por lo más insignificante... Aunque hay cosas que no quedan más remedio que hacerlas, y la rabieta se acaba produciendo. Y otras veces, por más que intentas evitar los motivos típicos de rabieta, acaba saltando por otro motivo que ni te imaginaste, y el berrinche está ahí en menos de lo que canta un gallo. Lo que está claro es que, en mi caso, cuando el peque coge una rabieta, no me enfado ni me pongo nerviosa; me quedo con él, y me acerco aún más a él en todos los sentidos. Igual hago cuando me desobedece y no me escucha (sí que me escucha, pero se hace el loco...). De nada sirve gritar. Si no me quiere hacer caso, me acerco aún más a él, le pongo la mano en el hombro, y le hablo mirándole a los ojos, poniéndome a su nivel, y le hablo con suavidad y firmeza. El cariño y el respeto para mí son muy importantes a la hora de tratar con cualquier persona, y mucho más con mi hijo. Es así cómo me gustaría que me trataran especialmente en mis días difíciles (que los tengo cada 28 días), con comprensión, amor, paciencia y respeto. Así que intento aplicar el cuento con todos los que me rodean, y especialmente con mi hijo, que debe sentirse muy frustrado al no poder expresar sus emociones, ideas y sentimientos aún.

Pero he de reconocer que a veces cansa. Cansa que por cualquier cosa, de manera totalmente impredecible, se coja un berrinche enorme. Agota y me deja mentalmente quemada. Hay días que la cabeza me va a explotar. Hay días que tengo que contar mentalmente hasta 10. Otras veces me tengo que poner a cantar como una loca, para intentar liberarme de la tensión y relajarme. Y algún día (ando con menos paciencia si estoy enferma o con mi querida menstruación), la que explota soy yo también, escapándoseme un grito, y me siento la peor madre del mundo. La culpa me come por dentro y en cuanto me doy cuenta de que mi forma de responder a su berrinche no fue la correcta, voy corriendo a abrazarlo, darle besos y pedirle perdón. Porque pienso que a los hijos también hay que pedirles perdón si nosotros nos hemos equivocado. Hay que ser humildes, y dar ejemplo. Y los gritos con gritos no se solucionan. Ni se da ejemplo. Por eso, igual que le digo a mi hijo que gritar no está bien, que resulta molesto, desagradable y puede ser una falta de respeto, si yo me equivoco, debo reconocer el error y prometerle que me esforzaré más.

Sé que no soy perfecta, creo que ninguna madre lo es, al igual que nuestros hijos son imperfectos, seguramente me estaré equivocando en muchas cosas en la crianza de mi hijo, pero al menos lo hago con amor e intentando esforzarme cada día más. Porque cada día nos brinda una nueva oportunidad para empezar de nuevo y aprender de los errores pasados, evitando repetirlos, ¿verdad?

¿Cómo gestionáis vosotr@s las rabietas? ¿Algunos trucos o consejos que queráis compartir?

lunes, 1 de junio de 2015

¡Premio Best Blog!


Este fin de semana empezó con buen pie, y es que me enteré de que Mi Mundo con Ellos Tres me había otorgado un premio, el premio ¡Blog del Año!

Sorpresas de las buenas, de las que realmente no esperas y de las que te dan un subidón de alegría y energía tremenda. Muchísimas gracias Líber, de Mi Mundo con Ellos Tres, por leer mi pequeño blog con fidelidad, seguir mis andaduras, o más bien las de mi peque, por Instagram, y sacarme siempre una sonrisa o una buena carcajada con las cosas de tus mellis. Gracias por valorar el esfuerzo que hay detrás de este blog. De cualquier blog. Porque un blog requiere trabajo, y de forma gratuita. Pero realmente merece la pena. Merece la pena por todos los amigos que consigues, por premios que son reflejo del reconocimiento del esfuerzo que uno pone en este blog. ¡Muchísimas gracias por nominar mi blog a este premio! Así es un gustazo seguir escribiendo por aquí.


Con este premio, Mi Mundo con Ellos Tres me pide que cuente 10 cosas sobre mí, así que ahí van:

1. Soy traductora, redactora, profesora de inglés y fotógrafa profesional.

2. Monté mi negocio de fotografía hace ya unos añitos.

3. Siempre quise tener familia numerosa, 4 hijos para mí era el número ideal. 

4. La economía y el hecho de ya ser madre y haber pasado un embarazo, me ha hecho replantearme la idea anterior.

5. No obstante, no queremos que nuestro peque sea hijo único. En algún momento de la vida, esperamos poder darle un hermanito/a (si la economía y salud lo permiten).

6. Me estreso con facilidad y suelo tener poca paciencia, pero desde que soy madre, me he convertido en una persona bastante más relajada y mi paciencia llega a límites insospechados.

7. Disfruté muchísimo de mi embarazo y echo de menos estar embarazada, a pesar de que mi embarazo no fuera fácil y estuviera lleno de sustos y contratiempos.

8. Soy súper tímida y huyo de hablar en público o socializar con desconocidos cara a cara en eventos. Puede decirse que soy bastante antisocial.

9. Soy una maniática del ahorro. Desde que dejé mi trabajo, me obsesiona gastar y busco a toda costa ahorrar céntimo a céntimo. 

10. No me gusta mucho lo dulce, salvo el chocolate. El chocolate me vuelve loca. Ah, y la fruta de verano, sobre todo, el melón y los albaricoques. Mmmmm...

Y ahora vienen mis 10 nominados.... 

No soy una drama mamá

¡Enhorabuena a todos y muchísimas gracias de nuevo a Mi Mundo con Ellos Tres por el premio!