martes, 31 de marzo de 2015

Adiós desechables... ¡Vivan los pañales de tela!


Los pañales de tela... ¿Sabíais que existían hoy en día? Yo cuando tuve al peque no me centré mucho en indagar en el nuevo mundo de los pañales de tela... Sí, sabía que existían, pero cegada por mis prejuicios pensaba que eran algo anticuado (una tela o gasa con un imperdible, era lo que me imaginaba), que lo único que harían serían darme mucho trabajo lavando a mano y me daban algo de asquete, la verdad. Ahora me arrepiento de no haber indagado más en ese momento, ya que ha sido ahora cuando mi peque cumplió los 16 meses que vi al bebé de una amiga llevar pañales de tela y me sorprendió lo práctico y bien hecho que estaba, y es cuando se me ocurrió averiguar más sobre el mundo de los pañales de tela y he abierto los ojos. ¡Qué pena de no haber sido más abierta de mente y no haber hecho una investigación exhaustiva cuando estaba embarazada! 

Cuando hace un mes me puse a averiguar sobre los pañales de tela, he de decir que me maravilló la gran cantidad de marcas que había y de modelos y tipos, y al mismo tiempo me echó un poco para atrás el precio, aunque luego me puse a hacer cuentas, y me di cuenta que me salía más económico comprar algunos packs de pañales de tela y olvidarme de comprar pañales desechables para siempre, porque a lo tonto me estaba gastando (y ya me he gastado) mucho más en desechables al año. Al principio estaba muuuy perdida en el tema, eran todos monísimos, pero me parecían a simple vista todos iguales... Luego ya me fui fijando y vi que había de varios tipos, pero ahora me centraré en los más vendidos y usados y haciendo un resumen a grandes rasgos:


Todo en uno: es un pañal de una sola pieza, muy similar al pañal desechable, pero de tela con capa impermeable.

Todo en dos: es un pañal compuesto de dos piezas, cobertor impermeable e insertos (como unas compresas) que se colocan para absorber los desechos del bebé.

Dentro de la categoría de "todo en dos", podemos encontrar pañales con bolsillo en el que se introducen los insertos y estos no están en contacto directo con la piel, o bien pañales sin bolsillo en los que los insertos van ajustados al cobertor por cierres de presión estando en contacto con la piel.

También podemos encontrar pañeles que cierran con velcro o con cierres de presión, y por tallas o bien unitalla que va evolucionando a medida que crece el bebé.

Fuente


Cuando empecé a adentrarme en el mundo de los pañales, me sentí muy confundida y no sabía qué era mejor o peor, o más práctico y cómodo, o qué marca era la más fiable, qué material era el más recomendado (algodón, bambú, cáñamo, microfibra, etc.)... Así que me puse a investigar entre las marcas más conocidas: Bumgenius, Blueberry, Milovia, Fuzzibunz, Pop in, Grovia, Tots Bots, Charlie Banana, Bottombumpers... Vi vídeos de youtube, leí blogs, busqué opiniones, y acabé convencidísima de que sería una buena idea pasarnos a los pañales de tela sobre todo si queremos tener otro bebé en el futuro... Aunque he de reconocer que me daba miedo la idea de hacer una gran inversión y que luego tuvieran fugas, mi peque se levantara empapado, y no resultaran muy prácticos. Lo que hace la mayoría de mamis es comprar un lote de pañales de distintas marcas, muy surtido, para así ir probando distintos tipos y averiguar cuál es el que le viene mejor a tu pequeño. 

No obstante, yo no quería gastar en un lote y probar a lo loco, para después volver a gastar en un pack de la marca y modelo que me haya gustado más del lote... Así que después de leer muchísimas opiniones y estudiarlo todo en detalle, me decicí por los pañales Charlie Banana, porque es lo que creo que mejor se ajusta a nosotros y nos resultaría más práctico. 


Me gustaba que tuviera un cierre con broches de presión y no con velcro, porque al final el velcro con los lavados se acaba deteriorando. También me gustó que vendieran packs de 3 ó 6 pañales unitalla, me resultaba más económico que comprar por separado cada pañal (sé que hay modelos monísimos, pero yo iba sobre todo a lo práctico y sin gastarme demasiado, así que opté por los packs de varios colores, sin estampados). Yo preferí la opción unitalla (aunque también puedes elegirlos por tallas) que puede ir adaptándose al bebé desde los 3,5kg hasta los 16kg, aproximadamente (de 0 a 3 años), ya que tiene distintos broches y unos elásticos interiores que permiten ir eligiendo la talla que mejor se ajuste al niño. Otras de las razones por las que los elegí es porque al colocar los insertos dentro de un bolsillo en el cobertor, la tela micropolar (antimanchas) del bolsillo separa la humedad de los insertos y mantiene el culito seco. Además, comparando fotografías los Charlie Banana no abultan tanto como los pañales de tela de otras marcas (aunque abultan más que los desechables, eso sí), lo cual lo tuve en cuenta.



Otro punto que debo mencionar es que no es tan fácil encontrar pañales de tela en España, al menos no en tiendas físicas. Si quieres pañales de tela, mejor recurrir a Internet. Donde yo vivo, desde luego no hay tiendas físicas que vendan. Así que busqué por tiendas online y di con la tienda Sekoia, que justamente tenía lo que yo iba buscando. Antes de comprarlos, hice el cálculo de cuántos pañales desechables estaba gastando al día el pequeñín, y en función de eso compré el doble, para poder tener una muda, y que me diera tiempo a lavar y tender, y tener otros para el día siguiente. Por lo tanto, compré inicialmente 2 packs de 6. No me quería arriesgar a comprar muchos de una misma marca, por si luego no me convencían...

Cada pack de 6 incluye 12 insertos, 6 normales y 6 grandes (eso ya vas jugando tú y probando, según la edad y cuánto pis haga tu peque; yo de momento dejo puesto durante el día y la siesta dos insertos, 1 normal y 1 grande, y por la noche le dejo 2 insertos grandes). Los packs vienen con 6 pañales de distinto color cada uno. Yo elegí el pack Charlie Banana Unitalla (One Size), Hot. Los hay packs con otros colores o tonalidades o estampados, como el Tutti Frutti, Boot Camp o el Under Construction. Yo me fui al pack Hot porque era el más económico y los colores más neutros, por si en el futuro tengo un niño o una niña.

En cuanto los recibí los lavé a mano y tendí. También los puedes meter en la lavadora (hasta 40º), pero por miedo de novata, quise lavarlos a mano primero. Puedes lavarlos con el detergente de la propia marca Charlie Banana, o de otra marca de pañales de tela; pero también puedes lavarlos con nueces de lavado o con el detergente de pieles sensibles de Mercadona, que es apto para pañales de tela, porque no tiene olor, ni enzimas, ni suavizantes. No se pueden lavar ni con suavizante ni con jabón Lagarto ni tipo Marsella, porque tienen base oleosa y eso acaba impermeabilizando la tela micropolar y repercute en la absorbencia del pañal. Para secarlos, lo mejor es tenderlos al sol, aunque puedes ponerlos en secadora a temperatura baja (un uso continuado de la secadora puede reducir el tiempo de uso de los pañales, pasando los elásticos o estropeando finalmente la capa impermeable del cobertor) o cerca de una estufa, o en un toallero eléctrico en caso de mal tiempo.



Según avisa el fabricante, no logran su máxima capacidad de absorción hasta el 4º-5º lavado. Por eso decicí lavarlos antes de usarlos, y el primer día los cambié con más frecuencia por temor a alguna fuga. 

Lo cierto es que sólo hubo una fuga y fue por error mío, que no le ajusté bien el pañal. Una vez que he aprendido a ajustárselo bien, no ha habido ninguna fuga, aguantan lo mismo o más que los desechables, no dan mal olor, el culito del peque está súper seco, y él está súper a gusto. Aún no llevamos mucho tiempo usándolos, pero se coge el truco enseguida y ya estamos hechos al cambio, y no nos arrepentimos en nada. Bueno, sí, ¡en no habernos cambiado a los pañales de tela antes! Podríamos haber ahorrado muchísimo más. Pero bueno, más vale tarde que nunca...

¿Y vosotros? ¿Usáis pañales de tela? ¿Qué opináis?

Tras la prueba de fuego, es decir, su primera caca en pañales de tela: los pañales se limpiaron perfectamente, y no quedaron manchas de ningún tipo.



miércoles, 25 de marzo de 2015

Confesiones de una mami primeriza


* Ser mami no es fácil, y siendo primeriza, he llegado a sentir miedo y angustia, al preguntarme si lo estaba haciendo bien. Todavía me lo sigo preguntando a diario.
 
* Nada es blanco o negro. He dado pecho a demanda de manera exclusiva, pero he de reconocer que en algún momento tuve que recurrir al biberón cuando un fin de semana, con una mastitis de caballo y fiebre de 42º, me recetó la médico que había en urgencias un antibiótico no compatible con la lactancia (el lunes fui a mi médico de cabecera para que me buscara otro antibiótico compatible con la lactancia). ¿He dado pecho a demanda de manera exclusiva hasta los 6 meses? Sí, así lo considero. ¿Le tuve que dar durante dos días biberones? Sí.

* Dar el pecho no me hace sentir ni mejor ni peor madre, por más que muchos intenten encasillarnos y juzgarnos. Hasta los 6 meses la gente me miraba con buenos ojos, y hasta me felicitaban por dar el pecho "durante tanto tiempo". Una vez pasados los 6 meses, todos me miran de reojo, ponen muecas, susurran, o directamente mis familiares me dicen que voy de moderna, que soy rara, que ya debería haber dejado de dar el pecho hace mucho tiempo... y en definitiva, me tocan los ovarios las narices.

* Detrás de toda buena mami, hay un gran papi que está siempre a su lado, apoyándola y ayudándola en todo lo que sea posible, y estando presente en la crianza del peque. Si no fuera por mi marido, no sé qué sería de mí. Me ha dado tranquilidad, seguridad en mí misma, y se ha convertido más si cabe en mi "equipito". Somos un equipo y estoy tremendamente orgullosa de que esté con él en este tinglao.

* Eso de que 3 son multitud... A nosotros nos ha unido aún más. Antes de tener al pequeñín estábamos muy unidos y felices, y sabíamos que traer a un cachorro humano podría ponernos a prueba. Teníamos miedo que el cansancio y las hormonas del embarazo y postparto/lactancia jugaran una mala pasada en nuestra contra. ¡Pero lo cierto es que nos ha unido más! Sí, tuvimos muchas discusiones. Sí, le eché la mirada asesina (ya sabéis cuál es). Sí, nos sacamos de quicio mutuamente. El postparto fue un periodo de adaptación, pero nos ayudó a aprender cómo resolver mejor los conflictos, ponernos en la piel del otro, y sobre todo a ser pacientes y comprensivos. Tener al pequeñín nos ha fortalecido, sentimos más admiración por el otro y estamos aún más enamorados el uno del otro.

* Cuando parece que le has cogido el truco a esto de cuidar de tu propio bebé, viene el destino con una cruel burla y hace que te quieras chocar la cabeza contra una pared. Repetidamente. Eso pasará cada dos por tres, sobre todo en el primer año de vida de la criatura. ¿Has conseguido que tu peque duerma del tirón a los 2 meses? Tranquila, llegará un momento en el que decidirá que eso fue para que te confiaras... ¿Parece que ahora acepta dormir la siesta en su cuna? Tranquila, eso sólo será hoy y mañana; pasado volverá a reclamar dormir encima tuya. ¿Parece que ahora la lactancia va viento en popa? Tranquila, que ya vendrán las crisis de lactancia, y tu retoño parecerá que no sabe ni lo que quiere...

* A veces estoy deseando que el peque no quiera terminarse su comida, para poder comérmela yo. Me suele pasar cuando la cena es pizza, o el premio después de la fruta de la merienda es una barrita de chocolate o unos Aspitos...

* A veces tu churumbel estará realmente inaguantable. Sí, por muy lindo que sea, la palabra para describirlo es inaguantable. Obviamente, él no lo hace por fastidiarnos, pero por mucha crianza de apego, mucho cariño que le pongas, muchos recursos que utilices para sacarlo de ese bucle de queja y llanto constante, mucho optimismo y positivismo,  y todas tus sonrisas... Por dentro, estarás sopesando qué opción elegir como siga el monstruito un minuto más así: darlo en adopción, venderlo en el mercadillo de los domingos, o defenestrarlo. Por algo mi marido y yo, hemos calificado esos días horribles en los que el niño está insoportable "días balconing", es decir, "está pa' tirarlo por el balcón". Habrá que tomárselo con humor, ¿o no?

* Los niños "de alta demanda" existen. No son un cuento chino. Ven y te dejo al mío un día y ya me cuentas después.

* Un rico batido de chocolate por la mañana y mucho humor han sido mis ingredientes secretos para disfrutar de cada día con mi enano.

* Ser madre primeriza para la gente es sinónimo de lela. Así que te bombardean de consejos de todo tipo y te dejan muy claro que algo estás haciendo mal. A mí me funcionó, así que algo estarás haciendo... Aaargggghhh. Harta me tienen. Al final aprendes a hacer oídos sordos, o a responder de manera borde y cortante. Yo hago las dos cosas, según quién sea el que me habla. ¿Tienes un consejo y no te lo he pedido? Guárdatelo para ti.

* Las comparaciones son odiosas. Siempre evito hacer comparaciones con otros bebés o niños, porque no sirve de nada y son dañinas. Cada niño es un mundo, y llevan distintos ritmos. Pero cuando son otros los que comparan a sus retoños con el tuyo, me empieza a salir humo por las orejas. El último caso, un muchacho (sí, no siempre son las madres... también los padres tienen guasa) en la cola de la caja del Mercadona. No lo mandé a freír espárragos por no liarla, pero ganas no me faltaron.

* Me da pena que llegue el día en el que el peque decida dejar el pecho. Me siento egoísta, pero esa es la realidad. Es uno de los pocos momentos del día en los que el bichito está tranquilo, en brazos, jugueteando sus manos con mis manos, mi cara o mi pelo, y es muy especial. Realmente es algo que echaré de menos. Y lo curioso es que cuando empecé a dar el pecho, al principio, el dolor y la falta de sueño me hacían desear que el destete llegara pronto. Menos mal que la cosa mejoró a las pocas semanas y la lactancia pasó a ser algo que realmente disfrutaba.

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* Desde que soy madre, por la noche (y también durante el día), me afloran miedos y preocupaciones que jamás se me habían pasado por la cabeza. ¿Y si que hable tan poco es signo de autismo? ¿Y si no le estoy estimulando lo suficiente? ¿Y si la he pifiado con eso de hablar dos lenguas en casa y le he hecho un cacao mental al pobre? ¿Y si dejarlo ver algo la tele es un grave error? ¿Le estaré dando una dieta rica, sana y equilibrada? ¿Y si con tanto nervio que tiene, acaba teniendo fracaso escolar por no ser capaz de concentrarse? ¿Y si aprende a escapar de la cuna y se pega de cabeza contra el suelo? ¿Habrá vomitado esta noche y no me habré enterado? ¿Y si ha cogido frío en el paseo? Y así, un largo etcétera.

* A pesar de las preocupaciones, miedos y los días balconing, desde que soy mami siento un amor incondicional y tan fuerte que a veces creo que me va a explotar el pecho y una felicidad inmensa con cada sonrisa, beso, abrazo o sus formas de decirme "te quiero". Porque a pesar de esas largas noches en vela, ese doloroso postparto, y ese inicio complicado en la lactancia, todo mereció la pena. Y lo repetiría, claro que sí. Porque es el dolor más bello, la felicidad más profunda, y el amor más eterno que podré experimentar.

lunes, 23 de marzo de 2015

Quiet/Busy book: ¿Sabéis lo que es?


No hace mucho vi un vídeo en Facebook de algo que se hacía llamar Quiet Book. Y me maravilló. Me quedé prendada de la idea y empecé a buscar más y más imágenes, vídeos y tutoriales de los llamados quiet books o también llamados busy books. Desde ese momento, tuve claro lo que le regalaría a mi peque en su segundo cumpleaños.

¿Que qué es un quiet book?

Pues bien, un quiet book es un librito de tela, normalmente fieltro con otros materiales u otros trozos de telas estampados, pero va más allá que los simples libros de texturas: en estos se invita al niño a usar el ingenio, resolviendo puzzles, y a aprender habilidades tales como atarse los zapatos, abrir y cerrar cremalleras y broches, abotonar o desabotonar, abrir un candado con llave, contar con un ábaco, establecer relaciones con colores, números o formas geométricas e incluso aprender las horas o matemáticas. Es algo muy didáctico (siguiendo la línea de Montessori) y lo puedes hacer tú mismo personalizado a los gustos de tu peque (DIY) e irlo ampliando a medida que crece el niño, añadiéndole nuevas páginas (se suelen emplear anillas, para poder poner y quitar las páginas según vaya siendo necesario).

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Obviamente, si no tienes mucho tiempo también puedes comprarlo hecho a mano por artesanos en Etsy o distribuidos y vendidos en Amazon por editoriales extranjeras. En mi caso, me he lanzado y he decidido ir haciéndolo yo poco a poco para que me dé tiempo y tenerlo listo para su cumpleaños. No tengo ni idea de costura ni soy muy habilidosa con las manualidades, pero me hace una ilusión tremenda y seguro que al bichito le gusta y lo mantiene entretenido, y de paso aprende algunas cosillas nuevas. ¡Ya os iré contando el progreso y el producto final! (Os aviso que va para largo, porque aún no empecé... ¡ups!)



¿Habíais oído hablar de estos libritos? ¿A que son muy didácticos y, además, una preciosidad?

jueves, 19 de marzo de 2015

Voces Nestlé Bebé de Marzo


Hace unas semanas, a principios de marzo, vi por Facebook una publicación de Nestlé Bebé España, en la que ofrecían la posibilidad a sus seguidores que se inscribieran de ser elegidos como #VocesNestléBebé de este mes, y recibirían un lote de las nuevas bolsitas Iogolino y Naturnes para que lo probaran sus peques y compartieran su opinión.

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Cuando lo vi, no lo dudé, y me apunté... con pocas esperanzas de salir elegida, pero me apunté. Pensé que aunque el enano ya poco puré comiera, los yogures le vuelven loco y sería una gran oportunidad para darle a probar otros yogures que no sean los del Lild de vainilla, que son los únicos que le gustan.

Pues cuál fue mi sorpresa cuando un furgón de Correos Express, llega a la puerta de mi casa. Yo ya me había mentalizado de que no sería elegida, así que ni me lo imaginé cuando abrí la puerta y vi el paquete. Cuando cierro la puerta y decido abrir el paquete... ¡Había sido seleccionada como una de las 400 Voces Nestlé Bebé! ¡Qué ilusión me hizo! 



Enseguida abrí la caja y me encontré con 25 bolsitas, 5 de cada tipo: Iogolino de plátano, de mango y plátano, de fresa y manzana, Naturnes de 4 frutas y Naturnes de manzana y plátano. Además, venían con unas cucharitas que se podían acoplar a la boquilla de cada bolsita para dárselo en cualquier lugar, si se trata de un bebé pequeño. En mi caso, con mi bichillo de 17 meses no ha sido necesario usar la cuchara, él mismo coge la bolsita y chupa por la boquilla como si se tratara de una pajita (aunque no me termino de fiar, y ando siempre muuuuy pendiente, porque a veces le da por pegarle apretujones a la bolsita y me da a mí que se saldría todo el contenido fuera jejeje).

Habría esperado a ir al parque o irnos de excursión como el fin de semana pasado, para poder aprovechar y llevar estas bolsitas sin tener que preocuparme de llevar un termo de sólidos, ni pastillas de congelador... porque una de las ventajas que tienen es que ¡no necesitan frío!... Pero ha venido una borrasca asquerosa que no nos va a dejar hasta Semana Santa, y aquí hace ahora un fresquete y cae una cantidad de lluvia, que no nos queda otra que quedarnos encerraditos. Y sabiendo ese pronóstico meteorológico (en el fondo, realmente estaba buscando una excusa para dárselos ya al peque y que los probara... sshhh), decidí darle a probar un Iogolino o Naturnes en la merienda de ese mismo día. En realidad, el enano me ayudó a tomar la decisión. Nada más que se despertó de la siesta y vio la caja llena de bolsitas, vino corriendo con una en la mano, pidiéndome que se la abriera, y se fue súper feliz con la bolsita de Naturnes chupando la boquilla y diciendo "hmmm, hmmm" con cada sorbo que le daba a la bolsa. ¡Está claro que gustarle le gustó!

El bichito ya feliz terminando su bolsita de Naturnes


Luego en la cena, me organizó un berrinche tremendo porque quería otra bolsita y no quería comerse la tortilla... Pero eso lo vamos a dejar aparcadito, y mejor no entro en detalles... ejem... No me ha quedado más remedio que esconder la caja y así racionar un poco el asunto, porque si no, monta en cólera si le digo que en ese preciso instante no puede comerse una bolsita. Por más que le digo que se lo guardo para el postre de la cena o para la merienda... Él no entiende (o no quiere entenderlo...) que debe esperar. La paciencia no es su fuerte. Qué le vamos a hacer. Así que las tengo escondidas todas las bolsitas en el salón. A ver si queda alguna bolsita para cuando digamos de volver a ir de excursión... porque a este paso, me da a mí que en un par de semanas se las ha liquidado todas.

martes, 17 de marzo de 2015

¿Qué llevo en el bolso?


 Hoy os voy a enseñar qué bolso es el que uso desde que soy mamá y qué es lo que siempre llevo conmigo, cuando salgo con el peque.










En primer lugar, el bolso que siempre utilizo es el bolso cambiador de Babymoov (1). La verdad es que me lo regaló mi hermano en las primeras Navidades después de que el bichillo hubiera nacido, y me sorprendió que diera él (que es un hombre) con un bolso tan bueno, bonito y práctico. Yo ya estaba usando el que venía con el propio cochecito, pero no me acababa de convencer y no me resultaba muy cómodo... Se ve que o mi madre se lo chivaría o él mismo se dio cuenta, y dijo de buscarme otro bolso cambiador que me pudiera venir mejor. ¡Y acertó! 

Este bolso es de un tejido fuerte y resistente, con un estampado, y gran capacidad en su interior, para meter todo lo que necesito para salir con el churumbel. Además, como tiene tantos bolsillos y compartimentos dentro y fuera, todo lo llevo bien organizado y no me vuelvo loca para dar con el chisme que andaba buscando. Lo que lo hace muy práctico también es el cambiador (b) de quita y pon que viene enganchado en la parte delantera del bolso, que es amplio y acolchado (me sigue sirviendo para mi peque de 17 meses que mide ya más de 80cm), y que incluye un bolsillo en su interior para guardar pañales, toallitas, o lo que te haga falta. Otra cosa que lo hace muy completo es que incluye una funda de biberón isotérmica (a), una funda para el chupete (c) (para llevarlo siempre bien protegido y limpio, y que no se pierda), una bolsa de plástico (d) con cierre para guardar la ropa o baberos sucios, una manta polar (no la llevo ahora mismo porque está empezando a hacer calorcito y por eso no aparece en la imagen), y la posibilidad de llevarla en bandolera o sujetarla al manillar del cochecito.

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¿Y qué llevo siempre conmigo?


(2) Muda de ropa: ahora llevo sólo 1 muda. Cuando era más pequeñito, solía regurgitar mucho, o bien rebosaba la caca del pañal (qué pena que no haya de la marca Lidl para tallas pequeñas), y había que cambiarlo de ropa con mucha frecuencia cada día. Ahora sólo llevo 1 body, una camiseta, jersey/sudadera/rebeca, un pantalón, un par de calcetines.

(3) Gafas de sol: para el peque. El verano pasado, dado que vivimos al sur, le compramos dos pares de gafas de sol en una óptica, para protegerle la vista de los rayos del sol, sobre todo en verano. Desde entonces llevamos sus gafas en el bolso, para cuando haya mucho sol.

(4) Limpiador de gafas: con lo que el niño se quita las gafas y las toca, deja los cristales llenos de huellas y babas, así que decidí llevar esa barrita para limpiar los cristales siempre que lo necesitara.
 
(5) Pañales: el número de pañales que llevo depende de las horas que vaya a estar afuera. Si voy a hacer un recado rápido, con llevar uno me es suficiente. Ahora bien, si voy a estar todo el día fuera de casa, llevo entre 4-5 pañales, que son los que acaba gastando durante el día, ahora con 17 meses (cuando era más pequeñín eran muuuchos más pañales, porque cada 2-3 horas le estaba cambiando). Nosotros usamos los pañales del supermercado Lidl, son baratos y los únicos que no le irritan el culito, ni tienen pérdidas. Desde que usamos los del Lidl jamás se le ha salido ni caca ni pipí, pero bueno, ya otro día hablaré de pañales, dedicándole un post entero al tema.

(6) Toallitas húmedas: suelo llevar 1 paquete de los grandecitos, para pasar el día fuera; pero si vamos a estar apenas 1-2 horas en la calle, sólo llevo un paquetito de toallitas finito especial para bolsos. Mis favoritas son las Johnson's Baby, porque no le han irritado nunca, pero últimamente estamos usando las del Lidl, y de momento estamos contentos. Las Dodots o las de Mercadona, Dia, Carrefour y otros supermercados le han dado reacción.

(7) Snacks: desde los 8-9 meses le llevo a veces algún snack, por si preveo que nos entretendremos de más y acabaremos llegando tarde a casa para comer. Normalmente llevo alguna galleta de bebés, una bolsita de yogur o fruta triturada tipo Iogolino, Naturnes o de Hero Baby, o algún paquetito de Aspitos o de Organix Finger Foods.

(8) Agua mineral en botellita con boquilla o vasito antigoteo: desde los 9 meses aproximadamente, le llevo siempre un vasito con adaptador antigoteo con agua (de MAM), su vasito cantimplora con pajita (Skip Hop), o alguna botellita de agua con boquilla, para mantenerlo hidratado, sobre todo en verano.

(9) Baberos: cuando era pequeñín, llevaba montones de baberos y gasas, porque como ya dije antes, regurgitaba muchísimo. Ahora llevo 1-2 baberos de tela (si va a tomar biberón, o está con muchas babás por los dientes) y uno de plástico con mangas, por si va a hacer alguna comida fuera de casa. Más adelante también dedicaré un post hablando de baberos según nuestra experiencia personal con este churumbel...

(b) Cambiador: el que viene incluido en el bolso.

(d) Bolsa de plástico: la que venía incluida en el bolso para la ropa sucia, con cierre tipo cremallera o zip. Nunca viene mal y no ocupa nada de espacio.

(a) Bolsa isotérmica para el biberón: funciona como termo universal para cualquier tipo de biberón, y no ocupa espacio en el bolso ya que va enganchada por fuera.

(c) Funda para el chupete: ahí suelo llevar el chupe de repuesto. Tampoco ocupa lugar en el bolso porque va enganchada por fuera.

(10) Barra de crema de Árnica/Arnidol: porque este niño siempre anda metiéndose en líos, y una ya acaba escarmentada.

(11) Chupetes: como mínimo llevo dos, porque mi hijo a pesar de tener 17 meses ya, sigue siendo un experto lanzador de chupes, y muchos los acaba perdiendo. Eso sí, segundos después de lanzarlo, se arrepiente y quiere el chupe de nuevo... Por eso, llevo de repuesto (mi bichito sólo ha aceptado los chupes MAM o los Avent de 0-6 meses, antes con dos meses también aceptaba los Nuk; los más grandes, de +6 meses, le dan arcadas y no quiere saber nada de ellos).

(12) Colonia: un botecito pequeñito de viaje que me dieron en una canastilla gratuita durante el embarazo, es perfecto para cuando el niño ha babeado mucho, o ha sudado, o regurgitado y por muchas toallitas que le pases, no consigues quitarle ese mal olor... Luego, eso sí, cuando llego a casa, ¡el peque directamente al baño!

(13) Gel de manos: ese bote de gel de manos desinfectante de Moltex también venía en una canastilla, y desde entonces no he vuelto a ver más en ninguna tienda... Con lo bien que huele, y lo bien que me servía después de los cambios de pañal en pleno viaje en carretera.

(14) Cosas de mamá: desde que nació el peque dejé de llevar billetera o cartera, y pasé a dejar todos mis documentos y tarjetas guardados en uno de los bolsillos del interior del bolso. La cartera me abulta y quita lugar y añade peso, por lo que dejé de llevarla. El dinero lo llevo guardadito en un bolsillo pequeño interior con cremallera... ¡o en mis pantalones! También llevo el móvil en algún bolsillo del bolso y compresas o tampones, para que luego a tu hijo le dé por sacarlos y ponerse a jugar con ellos delante de la cajera del supermercado...

(15) Muñeco especial: mi hijo tiene algunos muñecos o juguetes (hoy llevé sus libros preferidos) que son especiales para él, son sus favoritos, y le gusta llevárselos para estar entretenido mientras está fuera o de viaje en el coche. Voy cambiándolos y alternándolos, para que no sea siempre lo mismo y se acabe aburriendo.

(16) Documentos de salud: en su carpetita, llevo su cartilla de vacunación, y todos los informes de las consultas de los pediatras, así como sus tarjetas del seguro privado y de la Seguridad Social. Nunca se sabe qué puede pasar y si ocurriera un accidente que requiriera acudir a Urgencias.



*** En esta imagen no aparecen...

Biberón: le he dado lactancia materna hasta prácticamente el año, pero ahora ya le voy dando biberón cuando estamos fuera de casa (aunque nuestra toma de la mañana y de la noche al pecho no hay quien la quite), porque no siempre encuentro salas de lactancia y mi hijo no sabe tomar el pecho tranquilo con tanto estímulo alrededor... No siempre llevo biberón, como hoy; de llevarlo, siempre lo guardo en la funda isotérmica (a).

Manta/muselina: sobre todo cuando era más pequeño, y le costaba regular su temperatura, le llevaba siempre la mantita polar que venía incluida en el bolso, durante el invierno, e incluso a veces llevaba dos mantas, para tener un repuesto, o si hacía muchísimo frío. En verano, opté por llevar muselinas, ya sea para taparlo en el coche del aire acondicionado o por la noche si salíamos a dar un paseo al fresquito, o para taparle el sol si estábamos en la calle y la capota del cochecito no le daba suficiente sombra. Hoy no la llevé porque no llevé el carrito, y el peque iba a estar caminando llevando puesto su abrigo.

Cepillo: siempre llevo un cepillo para el pelo, porque como cualquier niño no dura este peque más de 5 minutos peinado. El problema es que hoy dio con él, y decidió lanzarlo al suelo del coche, y cuando hemos llegado a casa, de noche, no había quién lo encontrara. Ya aparecerá...





miércoles, 11 de marzo de 2015

Si pudiera volver atrás... (Errores de una mami primeriza) - Alimentación complementaria


Uno de las cosas que más he lamentado y que ha sido el primer error gordo (y ahora me doy cuenta) que he cometido en la crianza de mi hijo es el método de introducción de alimentos, más allá de la leche materna. Hay que ser sincera con una misma, y reconozco que no lo hemos hecho bien.

Mi hijo iba bien de peso, bien nutrido y alimentado exclusivamente con leche materna hasta los 6 meses. Entonces la pediatra, en una de las revisiones rutinarias, nos fue comentando cuándo y cómo deberíamos ir introduciendo al peque la alimentación complementaria. Según ella, lo mejor era empezar a los 4 meses introduciéndole fruta como la naranja o mandarina, pera, manzana o plátano, en forma de puré. Luego a los 6 meses introducirle los cereales, primero sin gluten y posteriormente con gluten (no más tarde de los 8 meses), en forma de papilla instantánea. Unos meses después iríamos ya introduciendo otros alimentos en purés, como las verduras, el pollo, el pescado blanco, la ternera... todo progresivamente y cada nuevo alimento al cumplir determinados meses el pequeño, siempre y cuando no se observara ningún tipo de reacción.

Pues bien, empezamos a los 4 meses con la fruta tal y como aconsejó la pediatra. Pronto me arrepentí, porque le dio un estreñimiento tremendo al pobre, que después de más de una semana sin hacer de vientre, acabamos en urgencias, con un tapón y sangrado en heces. Preferí dejar la fruta para más adelante y seguir con lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses. 

A los 6 meses, volvimos a intentarlo. Le dimos la fruta que nos recomendó la pediatra (pera, plátano, manzana y mandarina) en forma de puré y a la semana le introdujimos la papilla de cereales. Pasaron los meses y le fuimos añadiendo otros alimentos a su dieta: puré de verduras, puré de verduras con pescado, con pollo, con ternera.. Pero el que fuera todo alimento en forma de puré me decía que nos daría problemas en el futuro cuando quisiéramos darle de comer sólidos como Dios manda. A los 8 meses le empezamos a ofrecer galletitas, y el pobre mío sí las cogía y llevaba a la boca, pero se atragantaba, le daban arcadas y acababa vomitando todo lo que tuviera en su estómago. Eso nos asustaba, y siempre estaban las opiniones de las abuelas (que las daban gratuitamente y sin que nadie las pidiera) que poco ayudaban... "¡Que se ahoga el chiquillo!", "¡Pero si es muy chico y no tiene ni dientes!", "¡Ay Dios mío, que lo vais a matar!"... 

El que mi hijo fuera un culo inquieto en la trona tampoco ayudaba, y que su madre fuera una obsesa del control, limpieza y orden, aún menos, por lo que dejarlo que intentara alimentarse solo ni se nos pasó por la cabeza. No obstante, poco antes de que cumpliera el año, empecé a oír a hablar del método BLW o Baby-Led Weaning, que consiste en dejar que el bebé se alimente solo, sin usar purés ni cuchara, sentándose junto al resto de la familia a la hora de la comida, y uniéndose a los demás cuando se sienta preparado, ayudándose de las manos y posteriormente aprendiendo la habilidad de usar los cubiertos. Este método permite desarrollar la habilidad del agarre de pinza, la masticación, y mejorar la coordinación ojo-mano, es decir, el movimiento de coger algo (y llevárselo a la boca), permitiéndole experimentar con sabores, texturas, colores y olores; asimismo, fomenta la independencia del bebé, lo que hace que  aumente la confianza en sí mismo; y lo que más me llamó la atención: se evita la terrible lucha a la hora de comer (que el bebé aparte la cuchara, dando manotazos, llore o cierre la boca y se niegue a comer... ¡cómo me suena esto!), porque no se le da la comida, sino que se le ofrece y es él el que decide (la leche materna o artificial debería ser el alimento principal hasta el primer año de vida, por lo que no deberíamos obsesionarnos con cuánto come realmente; la hora de la comida debe ser una experiencia agradable, para jugar y aprender). 

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Cuando aprendí algo más sobre este método, mi hijo ya rondaba los 13-14 meses, y se había acostumbrado demasiado a los purés y aunque le ofrecíamos alimentos en trozos, no quería saber nada de ellos, o bien no sabía qué hacer con ellos en la boca, le daban arcadas, o acababa vomitando. Fue ahí cuando me di cuenta del error, el primer gran error, que como madre había cometido y una vez superada la fase de sentimiento de culpa y lamentación, juré que esto no volvería a pasar, y para el segundo peque llevaríamos a cabo el método BLW desde los 6-7 meses (o cuando el bebé se sienta preparado), pero pasaría rotundamente de hacer purés.

Éste es un ejemplo de lo que ha merendado hoy: dos fresas, un plátano y una pera (y luego un biberón de leche)


Ahora ya mi peque va comiendo mejor; hemos empezado el método BLW bastante tarde, y por lo tanto los resultados no son igual de buenos. Pero ahora con 17 meses ya va comiendo de todo, en trozos (aunque la fruta la prefiere comérsela entera a bocados, igual que los sandwiches o pizzas), él solo muchas veces (cuando está con sueño, sólo pide que le dé de comer yo... es un señorito), e incluso va usando ya el tenedor y la cuchara. Aun así, hay alimentos que se le atragantan (literalmente), como la carne, el queso o el arroz, o se le hacen bola y se lleva media hora con la comida en la boca que finalmente acaba escupiendo... Desesperante. Pero bueno, no he visto ningún universitario escupir la comida diciendo que "se le hace bola", ni comiendo a base de purés. Así que intento que tomármelo con filosofía y calma.

¿Y vosotras? ¿Qué método de introducción de alimentación complementaria llevasteis a cabo? ¿Cómo comen vuestros peques?

martes, 10 de marzo de 2015

Mis productos favoritos e indispensables para el bebé (parte 1)



Como toda mami primeriza, cuando me enteré de que iba a tener un bebé, al principio todo el mundo de la puericultura me pareció un universo desconocido lleno de artículos a cada cual más curioso (y caro). Poco a poco fui familiarizándome más, leyendo aquí y allá, visitando tiendas especializadas, yendo a charlas matronales... Y por fin iba haciéndome una idea de qué era lo que iba a ir necesitando en los próximos meses y qué no (a pesar de que siempre intentan venderte todo artículo como el más indispensable sin el que no podrás vivir o sin el cual serás la peor madre de la historia y del mundo mundial).

Equivocarme, inevitablemente me equivoqué en algunas cosas (como puedes leer en el último post que escribí). Aunque tampoco fueron errores que supusieron una ruina a nuestro bolsillo, por suerte. Gran parte del motivo por el que no compré muchas cosas es porque no vivimos en una vivienda muy grande; no tenemos trastero, ni ático, así que nuestras opciones de almacenaje una vez pasada la fase bebé son muy limitadas. Además, tampoco nos gusta despilfarrar. Nos gusta comprar sólo lo que realmente es necesario (aquí cada cual tendrá unas preferencias u otras, según su estilo de vida o modos de crianza).

A continuación, os hablaré de los artículos de bebé que compré que han resultado siendo unos grandes aliados y nos han ayudado mucho con la llegada de nuestro pequeño (los he apodado "productos estrella"), o bien que han sido algo que consideramos indispensable al tener un bebé (en la categoría de "productos básicos").

Productos básicos:

Cuna - Cuna de viaje

Nosotros compramos una cuna normal, de madera, con un lateral abatible, protección de silicona en los laterales (para evitar que el bebé mordiera la madera), somier regulable en 3 alturas, y ruedas en las patas. Nuestra idea original era poder instalar primero la cuna en nuestro dormitorio los primeros meses, y después llevarla al dormitorio del pequeñín cuando ya fuera más grandecito. De ahí que quisiéramos que tuviera ruedas. No obstante cuando finalmente la tuvimos montada, nos dimos cuenta de que nuestra casa tiene unas puertas y un pasillo muy estrechos, y lo que nos complicaba el poder llevarla de un lado a otro sin dañar marco, puertas, pared o cuna. Así que directamente la dejamos en el cuarto del bebé. Como tampoco queríamos un moisés porque dura muy poco tiempo, al final optamos por comprar una cuna de viaje, porque sabíamos que la utilizaríamos en nuestro dormitorio como cuna al principio, después como parque en el salón y la llevaríamos cada vez que fuéramos de viaje a visitar la familia (nuestras familias viven en otras ciudades). La verdad que quedamos muy contentos con la cuna de viaje, más de lo que esperábamos. Compramos una que tuviera dos niveles de altura para el somier, ruedas, cambiador, móvil, bolsillo en un costado, y bolsa para el transporte: la cuna de viaje Mix de Asalvo. Después de 17 meses de uso intenso (con numerosos viajes y un niño que lo rompe todo), sigue estando como nueva. Una de las pocas cosas que siguen estando en perfecto estado, sin manchas ni rasguños.

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(Nota: esta cuna de viaje ahora mismo no la usa ya como parque; sólo la usamos ya para viajes pura y exclusivamente como cuna, ya que con 17 meses mi pequeño bichito no puede aguantar estar encerrado en un sitio tan pequeño para jugar. Por lo tanto, ahora mismo está plegada y guardada en su funda dentro del armario de su habitación, ocupando solo una parte de la parte baja del armario, detrás de todas las cajas de zapatos -que no son pocas.)

Silla de paseo - Trío

El decidir una silla de paseo nos llevó meses. ¡Había tantísima oferta en el mercado y con unos precios tan dispares! Tuve que crear un Excel e ir anotando los modelos, precios y características de muchos de ellos, porque era algo para volverse loco. Que si trío, que si dúo, que sillita de paseo, que si sillita de paseo de segunda edad, que si base Isofix, que si cochecito Bugaboo, que si Jané... ¡Puuuuufff! Obviamente nosotros teníamos un presupuesto y queríamos que reuniera una serie de requisitos según nuestras necesidades... Porque una cosa es que vivas en la ciudad y otra en un pueblecito, o que vivas en un 5º sin ascensor, o que tengas un gran maletero, o bien uno minúsculo... Finalmente elegimos un Trío, compuesto de silla de paseo, capazo y silla de automóvil grupo +0, con una chasis que pesaba 7kg, ruedas todoterreno, con una gran cesta portaobjetos, manillar unido, bolso, parasol, burbuja para la lluvia, tejidos transpirables e hipoalergénicos, con silla reclinable en tres posiciones (al igual que el reposapiés), con posibilidad de colocarla mirando hacia la calle o hacia el progenitor que lleva la silla, con protección solar +50, y lo más importante es que no sobrepasaba nuestro presupuesto (no más de 800€). Parecen muchas pijadas, pero para nosotros era indispensable que tuviera un chasis ligero, viniera con una gran cesta para poder poner lo que fuera necesario, y viviendo donde vivimos mejor tener parasol y protección solar +50. Nosotros afortunadamente después de casi 1 año y medio usándolo a diario, plegándolo y montándolo, llevándolo para arriba y para abajo, seguimos igual de contentos que al principio. Y he de reconocer que al principio estábamos algo inseguros con la compra porque no es un cochecito que se vea mucho por las calles. Pero la verdad es que sigue funcionando perfectamente, y mi hijo ha ido siempre bien seguro y agustito dentro. Tanto es así, que no pensamos comprar silla de segunda edad. 

(La selección de cochecito para el bebé es una elección muy personal, que depende de muchos factores y criterios que tiene cada pareja. Lo mejor es acudir a ver cochecitos en varias tiendas, mirar catálogos, leer opiniones on-line, y pedir en las tiendas físicas que te dejen tocarlos, plegarlos, empujarlos y levantarlos, porque sólo así verás si te resultará cómodo en el futuro.)

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 (Nota: con 17 meses ya no usa más el capazo, por razones obvias; con lo cual está ya guardado, plegado completamente en el armario de su cuarto, donde entra perfectamente y ocupa poquísimo espacio)


Bañera - IKEA

Al principio no quería comprar bañera. Pensaba que nos apañaríamos bien bañándolo en el lavabo o en la misma bañera del cuarto de baño... Pero a los pocos días de estar en casa me di cuenta de que estaba equivocada. En el lavabo el pobrecito mío se daba golpes contra el grifo y estaba apretujadillo. En la bañera gastábamos mucha agua, a pesar de que nos habían regalado una represa o reductor (que nos ha sido muy útil cuando el churumbel era algo más grandecito). Así que finalmente mandé a mi marido a comprar una bañerita de bebé en IKEA, porque tampoco queríamos gastarnos mucho dinero, sobre todo sabiendo que le quedaría pequeña no dentro de mucho tiempo.Y fue una buena decisión. La hemos usado muchísimo, y sigue en perfecto estado, lista para que cuando haya un segundo (si es que lo hay...).

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Intercomunicador

Aquí he de admitir que al principio nos equivocamos. Con nuestras ansias de no malgastar, al final... ¡malgastamos! Me voy a explicar: como no queríamos gastar demasiado, pensamos que lo mejor sería limitarnos a comprar un intercomunicador sin cámara, sólo con audio. Pensábamos que la opción de la cámara era una chorradita más, para padres paranoicos (sin ánimos de ofender a nadie), que hacía que multiplicara el precio. Una vez con el churumbel en casa, en principio nos iba bien con el intercomunicador que habíamos comprado. Pero pasados unos meses, nos empezamos a dar cuenta de que no siempre que el bebé lloraba era porque se hubiera despertado. Resulta que a veces lloraba dormido (o se reía, o balbuceaba, o gruñía...). Y nosotros con la angustia típica de padres primerizos acudíamos como balas a la habitación y ahí es cuando lo despertábamos realmente. Pero claro, ¿entonces cómo sabíamos si estaba llorando/haciendo ruido despierto o dormido? Pues con una camarita en el intercomunicador. Así que caímos y compramos un intercomunicador con cámara, y desde entonces el pequeñajo empezó a dejarnos descansar más, y nos permitió relajarnos un pelín. Ya no teníamos que salir corriendo escaleras arriba en medio de la siesta con cualquier ruido que escuchábamos. Y cuando lo pasamos a su dormitorio, la función de la cámara, hizo que pudiera quedarme algo más tranquila por la noche y comprobar cómo estaba, sin necesidad de ir hasta su habitación y correr el riesgo de despertarlo.

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Productos estrella:

Oveja Sleep Sheep de Cloud b, con ruido blanco.

Nuestro chiquitín ha tenido siempre un sueño suuuúper ligero y con cualquier ruido se despertaba. Un día estaba mi madre pasando la escoba por la escalera, y con ese ruido se despertó. Si no era por un perro de la calle, o un pájaro que piaba demasiado cerca de la ventana, o un camión, o mi tos... el ruido más insignificante hacía que se interrumpiera su sueño y arrancara a llorar a pleno pulmón (que madre mía, ¡menudos pulmones que tenía el pequeñajo!). Era de lo más frustrante y me estaba empezando a generar una gran ansiedad. Sentía que no podía apenas moverme o hacer nada por casa, hablábamos en susurros, teníamos el teléfono de casa en silencio, el porterillo eléctrico apagado, las ventanas cerradas... porque el sonido más insignificante despertaba al Kraken. Sí, sí, a ese nivel llegamos. Al final, esta ovejita super cuca nos ayudó a ver la luz al final del túnel. Le encendíamos la ovejita, y seleccionábamos el tiempo que queríamos que durase, y con el ruido del mar (aunque se podían elegir otros sonidos, el del mar era el favorito de mi hijo) los demás ruidos pasaban más desapercibidos y él lograba llegar a un sueño más profundo, lo cual era de agradecer (sus siestas por fin duraban más de 10 minutos). Desde entonces, el ruido blanco de la ovejita se ha convertido en parte del ritual de ir a la cama por la noche (además de la nana que le tengo que cantar). 

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Mochila ergonómica/fular

Como ya he dicho anteriormente, mi pequeño no tenía siestas muy largas, y era un niño que pedía atención y brazos constantemente, lo cual hacía difícil que pudiera levantarme y hacer cosas de la casa. Menos mal que me regalaron el fular Babasling, y pude estrenarlo el mismo día que mi marido volvió al trabajo y me quedé sola en casa con el bebé. Desde el principio, se quedaba tranquilito y se dormía solito mientras yo limpiaba, organizaba la casa, o cocinaba. Ya que quedé tan contenta con la experiencia del porteo, decidí comprar también una mochila ergonómica (las que dejan las piernitas y culito del bebé en forma de M, o en posición ranita) para cuando fuera algo más grandecito para usarlo en excursiones a la playa o al campo, grandes aglomeraciones como las cabalgatas de los Reyes Magos o las procesiones de Semana Santa, o viajes exprés en los que no merecía la pena cargar con el cochecito. Las dos opciones me gustaron mucho, el fular cuando era más pequeñito y la mochila para cuando fue más grande (aunque el fular podría seguir usándolo durante más tiempo... pero mi bichito es muy inquieto y siento que va más sujeto y seguro ante cualquier brinco o salto que dé él en la mochila).

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Muselinas - Sacos de dormir

Que mi hijo es un torbellino que no para quieto ni dormido es un hecho indiscutible. Además los recién nacidos tienen unos movimientos espamódicos mientras duermen que muchas veces los despiertan... Por eso, cuando ya nos cansamos de acostarlo y dejarlo bien tapadito todas las noches y a las dos horas encontrarlo llorando pegando patadas, y puñetazos al aire, con las sábanas o manta en la otra punta de la cuna, tomamos la decisión de comprar unas muselinas y envolverlo como si fuera un burrito. ¡Mano de santo! Empezó a dormir las noches en dos o tres tramos, apenas se despertaba, yo me quedaba tranquila de que no iba a pasar frío ni destaparse, y además, le encantaba estar arropado en la muselina, pues le limitaba mucho los movimientos de piernas y brazos, y le permitía relajarse mucho más rápido. ¡Se dormía en cuestión de minutos! No obstante, con el paso de los meses, esos movimientos espamódicos fueron desapareciendo, las muselinas se le empezaron a quedar pequeñas (y quedaron relegadas a sábanas para las siestas, o para darle sombra en verano) y llegó la hora de girarse de un lado a otro de la cuna. Así que pasamos a usar los sacos de dormir. Le permite moverse con libertad en la cuna, pero igualmente se siente arropado y abrigado en todo momento. Los que más recomiendo son los sacos evolutivos, ya que te duran más tiempo y te ahorrarás estar comprando cada 2 meses un saco nuevo, porque el churumbel ha dado otro estirón.

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jueves, 5 de marzo de 2015

Si pudiera volver atrás... (Errores de una mami primeriza) - Productos para el bebé


Cuando una se entera de que está embarazada y va a ser mamá por primera vez, en las tiendas y catálogos te empiezan a bombardear con mil artículos para bebés jurándote que son IMPRESCINDIBLES para poder sobrevivir en tu día a día con tu bebé...

Y luego tu casa se convierte en una colección inmensa de trastos de puericultura, de los cuales ni la mitad acabas usando. Triste, pero cierto.

Mi peque ya tiene 16 17 meses (jolines, ¡cómo pasa el tiempo!) y en este año y medio que llevo como mamá primeriza me he ido dando cuenta de que no todo lo que venden hoy en día en las tiendas y nos hacen creer artículos imprescindibles, son tan necesarios, y lo único que hacen es hacernos tirar el dinero y ocupar lugar en casa.

Por suerte fui bastante cauta y no fui comprando como una desesperada todo artículo que decía ser lo más básico y necesario para el cuidado del bebé (nosotros no hemos comprado ni moisés, ni hamaca, ni silla de paseo de segunda edad, ni parque, ni tacatá/correpasillos, ni balancín/columpio...), pero aun así cometí errores.



1. Trona Chicco Pocket Lunch. No sabía mucho de tronas, y quería una no demasiado cara, que se pudiera plegar y fuera fácil de limpiar. Esta trona sí que reunía estas características, pero después de todo, no me ha acabado de gustar. La mesita, aunque se puede regular en tres posiciones (más lejos o cerca del bebé), queda bastante lejos del torso del niño que está atado por los hombros. Aunque es plegable, sigue ocupando mucho lugar (no vivimos en un palacio) y es pesada (por lo que para viajes o llevarla a casa de los abuelos es un rollo). Al final, compramos otra trona pequeñita, la silla elevador Chicco mode Orange, que es la que usamos para ir a casa de los abuelos, de viaje o cuando vamos a comer fuera y no sabemos si el bar/restaurante tendrá tronas. También la usamos a veces en casa cuando la otra trona la tenemos secándose después de un buen lavado. La verdad es que prefiero la trona elevadora de viaje, porque es fácil de limpiar, no me ocupa nada de espacio, pesa poquísimo, la puedo llevar colgada del hombro a cualquier lugar, y la mesita queda bien cerca del cuerpo del niño, aunque también es ajustable. Otra característica que me gusta de esta sillita elevadora es que quitándole la mesita queda como un elevador permitiendo integrar al niño a la mesa junto con el resto de miembros de la familia a la hora de la comida. Y para colmo me costó la mitad de lo que me costó la primera trona. Si lo hubiera sabido desde el principio, no me habría comprado la Chicco Pocket Lunch y directamente me habría comprado la sillita elevador de Chicco. 

2. Organizador de coche. Esto no lo compré yo, me lo regalaron jurándome que sería lo más útil y práctico para ir con niños en el coche, que una familiar suya lo había comprado y que era un invento super apañado desde que tenía hijos. Pues qué quieres que te diga... Para mí ha resultado ser un trasto, que se ha quedado olvidado en el coche. Os juro que he intentado darle uso, pero para nosotros no está hecho. Cuando vamos en el coche, lo llevo todo guardado en mi bolso, y de necesitar algo, lo saco, se lo doy al bichito, y después lo vuelvo a guardar. Cuando intenté usarlo, puse toallitas húmedas, pañuelos de papel, algún juguete, gasa y un par de baberos, y cuando llegamos al destino, tenía que sacarlo todo del organizador y guardarlo en el bolso de nuevo, y a veces se me olvidaba y se quedaban las cosas en el coche, hasta el fin de los días y cuando acordaba, las toallitas húmedas ya estaban momificadas. Al final, no lo he utilizado más de 3-4 veces y por darle más oportunidades, pero nada. Que no está hecho para nosotros. Por suerte, no nos gastamos el dinero nosotros en este chisme.

3. El biberón-cuchara. Parecía el invento del siglo, amigas mías me lo recomendaron, hablaban de lo cómodo que resultaba, de lo práctico para darle la papilla en el parque o donde fuera... ¡Pues dos veces lo habré usado! Ahí está muerto de risa. Sí, te ahorras el pasear la cuchara del plato a la boca del niño, pero ya está. A mí dame una cuchara y un plato, y nos dejamos de chorradillas, que ya bastante chismes acumulamos con los críos y sus juguetes (y lo que no son juguetes), como para llenarme la casa con cositas como ésta. Intenté llevarme la cuchara ésta al parque con un puré de frutas, y... ¡desastre! La tapa no cierra bien, así que medio pure quedó manchando todo el bolso, baberos, y mis llaves (y mira que lo puse en un bolsillo ajustadito, en posición vertical, con la parte de la cuchara hacia arriba, para evitar tentar a la suerte). No lo recomiendo en absoluto.

4. Robot de cocina para comida de bebé. En un principio ni sabía que existía, hasta que llegó la hora de hacer los purés (no sé por qué no me decidí por llevar a cabo el método BLW -Baby Led Weaning- tonta de mí). Cuando empezamos a darle purés, pensamos que lo más cómodo sería un robot que permitiera cocinar al vapor los alimentos y luego triturarlos, porque nosotros no teníamos muchas utensilios de cocina para este tipo de comida... (no teníamos nada para cocinar al vapor y nuestra batidora es más vieja que yo; es de mi madre, así que la pobre más allá que batir leche con chocolate, poco más hace...). Lo cierto es que sí, lo hemos usado mucho (para cocinar al vapor y triturar la comida, así como para esterilizar chupetes), pero luego nos hemos dado cuenta de que nos habríamos apañado perfectamente sin comprarlo y no tendríamos ahora este armatoste que me ocupa media encimera de la cocina...

5. Móvil de la cuna. Sí queda precioso en la habitación del bebé, y le da un toque mucho más infantil y alegre a la habitación del bebé. Pero mi hijo realmente poco tiempo estuvo mirando y jugando con el móvil. Primero, porque los primeros meses estuvo durmiendo en nuestra habitación y el móvil estaba en la cuna, en su habitación; y segundo, porque cuando por fin lo pasamos a su cuna, este bichito ya se giraba de un lado a otro, medio gateaba y se abalanzaba a por el móvil, lo que nos obligó a quitarlo de la cuna porque ya lo tiró más de una vez. Sólo lo usamos los 3-4 primeros meses en los minutos previos al baño, mientras calentábamos el agua, llenábamos la bañera y esperábamos a que el cuarto de baño estuviera calentito; lo dejábamos en su cunita entretenido con el móvil encendido mientras íbamos preparando todo lo relativo al baño. Pero salvo esos 5 minutos al día durante unos 3-4 meses, no lo usamos más.

6. Esterilizador eléctrico. A mí se me metió en la cabeza que mejor comprar uno eléctrico y no de microondas, por si nos íbamos de viaje y en el lugar de destino no teníamos microondas. Simplemente por ese motivo. Luego me he dado cuenta de lo tonta que fui, porque la verdad es que cuando nos hemos ido de viaje, obviamente no hemos acarreado con ningún estirilizador... porque ya bastante chismes hay que llevar con un bebé (¡como si nos sobrara espacio en el maletero!). Así que me podría haber ahorrado unos eurillos, y haber comprado el mismo esterilizador de microondas del Mercadona, que cumple la misma función, es barato, y además me ocuparía menos espacio que uno eléctrico (porque éste ahora mismo ya ni sé dónde meterlo y lo tengo ahí ocupando también gran parte de la encimera de la cocina). Ains...

7. Bumbo. Este asiento ergonómico me lo recomendaron muchas amigas mías de Estados Unidos. Allí todos los bebés lo tienen. ¡Raro es el que no! Es un asiento para bebés, para ayudarlos a mantenerlos sentados cuando aún no son capaces de mantenerse sentados solos, respetando la curvatura de la espalda, siendo ergonómicos, cómodos, y permitiendo a los papis darles de comer papillas o purés cuando aún la trona le queda algo grande, o para darle un baño en la bañera o simplemente tenerlo sentadito entretenido con sus juguetes o libros, si se aburre de estar tumbado o medio tumbado en una hamaca. Mi peque nunca tuvo hamaca porque otras mamis me las desaconsejaron, y pensé que tampoco me haría falta. Pero cuando llegó la hora de la introducción de la alimentación complementaria e intenté ponerlo en su trona, el pobre mío se quedaba medio tumbado, porque la trona le quedaba grandecita... Además mi peque siempre ha sido un culo inquieto que no consentía estar tumbado, porque se aburría y sólo quería estar sentado (pero aún no sabía mantenerse sentado sin apoyo ni ayuda), pero con el cojín de lactancia acababa tumbándose o escurriéndose y era muy frustrante tanto para él como para mí... Así que opté por comprar el Bumbo. Caí en la tentación, lo reconozco. Y lo usamos bastante como tronita durante 1-2 meses. Luego ya aprendió a escaparse del Bumbo (si es que cuando digo que es un culo inquieto, es por algo...), a pesar de ponerle las correas y la mesita, y era más bien un peligro que una ayuda. Así que desterramos al Bumbo (que ahora es el asiento de alguno de sus peluches), y pasamos a usar la trona de verdad. Y desde entonces está juntando polvo.


8. Cambiador/colchón cambiador. Es un elemento básico que toda embarazada compra, lo sé. Yo tenía claro que no quería tener un mueble cambiador, porque era algo que iba a durar poco tiempo, el peque crecería, y prefería amueblar su cuarto con muebles que le duraran toda la vida mientras viviese en nuestra casa. Queríamos muebles que tuvieran gran capacidad de almacenaje y no fueran especialmente diseñados para niños (que luego en la adolescencia nos lo agradecerá, lo sé). Pero claro, creía necesitar algo para poder apoyar al bebé para cambiarle la ropa y el pañal; algo impermeable y blandito que pudiera poner encima de la cómoda que habíamos comprado para su habitación. Por eso compré un colchón cambiador y una funda. He de decir que no salió muy caro, pero aún así me lo podría haber ahorrado, y tendría un chisme menos que guardar después. Porque lo cierto es que al peque lo puedo cambiar perfectamente encima de mi cama, o de un sofá, poniendo una o dos toallas para imprevistos (ya sabéis a qué me refiero, ejem, ejem), y listo. Pero ahora me doy cuenta (después de 17 meses, en los que habré usado ese cambiador durante 2-3 meses como máximo), porque mi hijo es un experto escapista desde el minuto 0 y le daba por gatear de espaldas marcha atrás, y tirarse de cabeza desde temprana edad (ya le pasó a una enfermera de Neonatología con mi pequeñín con sólo 4 días de vida... ¡Si es que no se puede estar quieto!).


¿Y vosotras? Si pudiérais volver atrás, ¿qué producto de puericultura no habríais comprado? ¿Comprasteis muchas cosas estando embarazadas y luego os habéis arrepentido?




miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Has oído hablar de las Wonder Weeks?


Si ya eres mamá, sabrás de sobra que hay días estupendos en los que tu peque es un pequeño angelito, un verdadero encanto, pero luego hay otros que te dan ganas de tirarlo por la ventana o ponerlo en adopción (sí, sí, reconócelo... tranquila que aquí esta servidora no juzga).

Parece que todo va a mejor, que tu retoño por fin empieza a dormir las noches del tirón, va comiendo bien, suele estar de buen humor o llora menos... Y de repente, de la noche a la mañana (literalmente), ese lindo angelito decide dejar de dormir sus 6-8 horitas seguidas por la noche, llora sin motivo aparente, todo le parece mal, no quiere comer... Y ahí muchas madres empiezan a buscar explicaciones que puedan responder a esos cambios tan bruscos: que si serán los dientes, que si el cambio horario, que si le cambié un poco la rutina el día anterior, que si estará incubando algo... Algunas incluso acuden al pediatra angustiadas pensando que algo le pasa al churumbel (y luego el pediatra nos trata de locas o nos receta apiretal para que nos callemos y haga de placebo -para nosotras).



Pues he aquí una a la que le ha pasado eso. Un día, mi pequeñín que desde los dos meses y medio dormía las noches del tirón (9-10 horas seguidas, ¡gloria bendita!) con cuatro meses decidió volver a los viejos tiempos y cada 1:30-2 horas despertarse llorando desesperado, no quería tomar el pecho o si lo tomaba era con llantos, y básicamente estaba llorón a todas horas. ¿Qué demonios le pasaba? Le miré las encías por si eran los dientes (aunque lo veía muy pronto), lo llevé al pediatra por si tenía otitis u otra cosa, y nada... Un día, compartiendo en mi cuenta personal de Instagram una foto del churumbel con el ceño fruncido y lloriqueando, con gesto de frustración, una amiga mía de Estados Unidos me preguntó que si había oído hablar de las Wonder Weeks y que si mi peque no estaría atravesando un "leap". ¿¿Eeeeiiiinnnn??... Excuse meeee??



Me quedé patidifusa. ¿De qué demonios hablaba? Me recomendó un libro, titulado en inglés The Wonder Weeks (Hetty Van de Rijt y Frans Plooij). Un libro escrito por los pediatras Van de Rijt y Plooij sobre el desarrollo del bebé durante los primeros 20 meses de vida. En el libro, en español titulado Las Semanas Mágicas, explica a qué se deben los cambios de comportamiento y los periodos o fases de comportamiento desconcertante o difícil del niño, y con qué edad suelen ocurrir y cuánto tiempo suelen durar. Con cada fase de comportamiento difícil, viene lo que el libro llama un salto en el desarrollo mental/cognitivo del bebé, y posiblemente poco después empecemos a notar grandes avances y nuevas habilidades (de repente es capaz de hacer cosas que hace unos días no hacía), por lo que durante esas fases complicadas (en casa las llamamos "crisis" je,je) es el momento más oportuno e ideal para estimular al bebé de acuerdo a sus necesidades. Es decir, al cumplir el bebé determinada edad, su cerebro (que a veces coincide con un cambio en las ondas cerebrales) empieza a ver el mundo desde otra perspectiva (se da cuenta de que es capaz de mover las manos y llegar a objetos, por poner un ejemplo), lo cual pone nervioso e inseguro al bebé (de ahí, el cambio de comportamiento, y llore más o duerma peor); poco a poco, el bebé empieza a comprender el mundo desde esa nueva perspectiva o se acostumbra a ella, por lo que la fase de comportamiento difícil pasa, y da lugar a un nuevo periodo en el que el bebé vuelve a ser el que era, pero ahora sabe cosas nuevas y empieza a sacarles partido (tras la fase de comportamiento difícil, empieza a controlar los movimientos de sus manos y agarrar objetos, tirarlos, llevárselos a la boca, etc.).

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He de reconocer que en un principio no tenía puestas muchas esperanzas en el libro, y me monté mi propia película de que mi retoño se había vuelto loco o simplemente se había vuelto un gruñoncete y que no había solución alguna. Por eso no quise gastarme mucho, y sólo me descargué la aplicación para el móvil, que es una versión muy esquematizada y resumida del libro. Sin embargo, tras darme cuenta de que todo por lo que estaba pasando mi pequeñín coincidía con lo que leía (y que las crisis de lactancia estaban muy unidas a estas fases y saltos de desarrollo mental), y a medida que pasaban las semanas iba comprobando que efectivamente eran fases y que cada fase iba y venía según me avisaba la aplicación, finalmente me decidí y me compré el libro en versión electrónica, donde encontré aún más información sobre el trabajo de Plooij y Van d Rijt que me pudo ayudar a comprender mejor por lo que estaba pasando mi chiquitín, ayudarlo y poder sobrellevarlo de la mejor manera posible.

Por desgracia, estos pediatras sólo centraron su trabajo de investigación en el desarrollo mental infantil durante los primeros 20 meses de vida (en los que se llegan a producir 10 periodos de comportamiento difícil y por lo tanto 10 saltos de desarrollo mental -leaps, en inglés), por lo que una vez pasados los primeros meses se sabe que siguen ocurriendo esas fases y saltos mentales ( ejem, ejem... ¿Os suena por casualidad los temidos dos años?), pero ya no tenemos esta guía que te va avisando a qué semanas suelen darse o durante cuántas semanas es posible que dure cada fase, o qué cambio en el desarrollo mental se está produciendo y cómo ayudar mejor al pequeño.

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No obstante, he de decir que aunque sólo hayan escrito sobre los primeros 20 meses, este libro me ha resultado de gran ayuda en mi primer año como mami, y es una de las cosas que me hubieran gustado saber desde el principio, la verdad (me hubiera evitado mucho estrés y angustia, y me habría ayudado también a comprender algunos comportamientos del bebé con la lactancia). Por eso, desde que me lo recomendaron, no he dejado de recomendarlo también a otras amigas y futuras mamis, porque es lo que más me ha ayudado en estos meses a comprender mejor, sobrellevar las malas rachas y estimular a mi hijo. ¡Cómo me hubiera gustado saber de este libro cuando el churumbel nació y qué penita me da que sólo se centren hasta el año y medio! (¿Qué será de mí cuando lleguen los temibles dos? ¡Ay, que Dios nos coja confesados!) 

¿Y vosotras, habíais oído hablar de Las Semanas Mágicas?